Mejorar el actual patrón de comportamiento urbano es una forma de pensar la ciudad. Más aún cuando las condiciones presentes no garantizan el bienestar y las condiciones de seguridad urbana. La visión ciudadana demanda un proceso participativo en la planeación y aplicación de instrumentos normativos desprendidos de políticas públicas de desarrollo urbano, que debata y analice posibles soluciones, escuchando de los sectores interesados propuestas administrativas inherentes a la calidad del espacio que habitamos.

Las actuales intervenciones en materia de movilidad urbana son carentes de planificación y evidencian la participación aislada de las entidades gubernamentales, con propuestas que no generan integración entre ellas. El Llajtabus quedó en una intencionalidad política, y el proyecto del tren metropolitano aún no es claro, desconociendo cómo se realizará la articulación con el actual transporte público. Solo es visible una deficiente intervención de movilidad alternativa mediante el uso de bicicletas, que no se inscribe en un proceso de planificación. No existe una política de transporte que evalúe la gestión integral del territorio y como respuesta plantee un sistema estructurador del mismo, que incluya la intermodalidad en un sistema integrado de transporte público y un plan metropolitano de movilidad urbana sustentable.

Las pocas experiencias realizadas a nivel municipal y la ausencia de coordinación entre entidades gubernativas que vinculen exclusivamente la administración del transporte, no permiten la posibilidad de incorporar un plan de movilidad a escala territorial metropolitana. Por lo que la implementación de un sistema de transporte se constituye en un desafío de corto plazo que fortalezca la democratización de movilidad de un alto volumen de pasajeros, circulando con diversos modos de transporte por rutas autorizadas, de forma eficiente, segura y económica.

Los avances institucionales realizados a la fecha son la base de una nueva oferta, cuya profundización debe ser analizada de manera conjunta entre los diversos actores para alcanzar consenso en el tema. La cohesión territorial e integración de la periferia urbana metropolitana requiere de un manejo policéntrico, generación de redes y una gobernanza multinivel, aprovechando las estratégicas potencialidades del territorio.