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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Iberoamérica, una región próspera e innovadora

Iberoamérica, una región próspera e innovadora
El coche autónomo, drones que nos traen el último best seller a casa o la compra de la semana, tener vista de superhéroe gracias a la hiperimagen o ser capaces de "tocar" la tela del vestido que estamos comprando desde nuestro móvil. La tecnología promete seguir cambiando nuestra forma de estudiar, de trabajar, de comunicarnos y relacionarnos, de disfrutar de nuestro ocio y, en definitiva, de vivir.

Estamos inmersos en un periodo de innovaciones constantes porque es lo que nosotros, usuarios y consumidores, demandamos. Premiamos a las empresas más innovadoras, como demuestra el hecho de que son también las de mayor capitalización bursátil: Apple, que ya ha superado el billón de dólares de valor en bolsa, Amazon, Alphabet y Microsoft.

Este cuarteto virtuoso se completa con Facebook, pero en el top-10 mundial hay otras dos tecnológicas que no son de bandera estadounidense, sino china: Alibaba y Tencent. Al contrario de lo que pudiera parecer, estas dos empresas son mucho más que la versión oriental de Amazon y WhatsApp. Son una buena prueba de cómo este país ha comprendido que no es suficiente con imitar la tecnología extranjera, sino que tienen que desarrollar la suya.

Esto no significa que renuncien a ser la fábrica del mundo, todo lo contrario. El sector industrial está en pleno proceso de automatización y robotización, de modo que necesita ser apoyado por un amplio tejido tecnológico, y en ello reside la ventaja competitiva que China quiere hacer valer frente a otros países en desarrollo.

La innovación, por tanto, es tan necesaria para las economías más desarrolladas como para aquéllas que están en desarrollo. Es el remedio más eficaz frente al denominado mal del "ingreso medio", una especie de limbo entre el subdesarrollo y el desarrollo en el que puedan quedar atrapados los países iberoamericanos que no sean capaces de buscar nuevas fuentes de prosperidad cuando se agoten aquéllas en las que han venido basando su crecimiento.

La generación de nuevo conocimiento ha probado también su capacidad de combatir otra supuesta maldición, en este caso la de las commodities, que América Latina conoce muy bien. Hace unos años la revista The Economist se hacía eco de cómo una "industria del conocimiento", la alta cocina peruana, ha logrado, gracias a su expansión mundial, revalorizar los productos hortofrutícolas y alimentarios de ese país.

El valor añadido y la demanda diferenciada procedente de este creciente y exigente sector a nivel global ha hecho que las distintas variantes de patata, maíz o quinua peruanos dejen de ser commodities, y se conviertan en productos más competitivos.

Se trata de un excelente ejemplo de que la innovación no tiene que ver solo con chips, algoritmos y blockchain. Tan innovador es un laboratorio de Silicon Valley como las cocinas de El Bulli. Por lo que es importante identificar qué es aquello en lo que destacamos, y de qué modo podemos, aplicando nuevos conocimientos, incrementar su valor.

Esta es la gran oportunidad que tiene ante sí Iberoamérica, si quiere alcanzar los objetivos de la XXVI Cumbre Iberoamericana y convertirse en una región próspera, inclusiva y sostenible. Ser capaz de decidir en qué sectores estratégicos para la región, como pueden ser los relacionados con las políticas de desarrollo, debemos concentrar nuestros esfuerzos a favor de la innovación.