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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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UN POCO DE SAL

Derecha política y derecha evangélica

Derecha política y derecha evangélica
En días pasados se realizó una marcha continental del movimiento “Con Mis Hijos No Te Metas” para rechazar la educación en sexualidad en las escuelas. Junto con los movimientos “pro familia” y “pro vida”, son la expresión más llamativa de la “derecha evangélica”. Su objetivo: bloquear las políticas orientadas a la equidad de género y a la ampliación de derechos, para mantener las relaciones patriarcales de dominación en la familia, en las iglesias, en la sociedad y en el Estado.

El fortalecimiento de la derecha evangélica va de la mano del resurgimiento de la derecha política. Las victorias electorales de Trump, Bolsonaro, Duque, Macri, Piñera no serían posibles sin el apoyo de los evangélicos conservadores.

Como afirma Javier Corrales, experto en temas religiosos: “el voto evangélico permite a la derecha ser un movimiento de masas”. La santa alianza entre derecha política y derecha evangélica no es coyuntural. Ambas comparten la misma visión autoritaria de la política y de la sociedad. Ambas surgen de situaciones de crisis e inseguridad.

En los años 80, en medio de la precarización de la clase media, surgen los liderazgos autocráticos evangélicos que dan seguridad existencial a miles de personas. Treinta años después, al finalizar el boom de materias primas, en medio de la recesión económica y del incremento de la delincuencia, surgen liderazgos políticos de derecha, que apelan a la “mano dura” para hacer frente a la corrupción y contra la inseguridad ciudadana. Las causas son las mismas: cuando las personas están frente a situaciones de inestabilidad e inseguridad no buscan más democracia. Todo lo contrario, confían su destino en “mesías” que les den respuestas fáciles. Sean estos religiosos o políticos.

Son dos las funestas consecuencias de esta articulación de derechas (una religiosa y otra política). Primero, la consolidación de políticas excluyentes que violan los derechos de las minorías. Segundo, que la derecha política y la derecha evangélica transforman el miedo del votante en rechazo al “otro”, al diferente. Y que este rechazo se traduce en violencia.

Solo un frente social profundamente democrático, basado en una ética de la inclusión y del respeto a los derechos, podrá hacer frente a este avance conservador.