CIUDAD SUSTENTABLE
Planificación, políticas públicas y desarrollo local
13 de noviembre de 2018 (20:15 h.)
El 70,45 por ciento de la población boliviana habita en ciudades y su proyección apunta alcanzar el 81,2 por ciento , para el 2050. Esta situación lejos de destacarse como un indicador de desarrollo, y de no ser atendida con políticas públicas adecuadas, provocará más problemas que beneficios.
Dos aspectos fundamentales determinan este acelerado proceso urbano. Inicialmente, el crecimiento poblacional natural sumado a la inmigración rural. Segundo, la expansión física producida por causa de la demanda de territorio para uso residencial genera alto consumo de suelo, obligando a desplazarse hacia la periferia urbana.
La migración interna, especialmente de zonas rurales, constituye una variable demográfica recurrente en las ciudades a nivel nacional. La posibilidad de elevar la situación de habitabilidad, mejorar la condición laboral y acceder a servicios, promueve al traslado de pobladores hacia las ciudades capitales, provocando un despertar no siempre satisfactorio y en su mayoría desencantador de ilusiones, que solo es condescendiente con la intensificación de una masa crítica cesante, inquilina de cordones periféricos y marginales.
Producto de la expansión urbana son visibles una serie de problemas colaterales, que revelan que el crecimiento no es paralelo al acceso a oportunidades. La ciudad reproduce grandes problemáticas que superan la administración local y las políticas públicas sin encontrar una fórmula de cohesión social.
En este sentido, la planificación es determinante para solucionar la complejidad de los problemas presentes en nuestras ciudades en condición de país en desarrollo. Se requiere coordinar adecuadamente una gobernanza multinivel que contemple la participación de gobiernos locales urbanos y rurales, en atención a las demandas de suelo, vivienda, producción, transporte y vías de comunicación.
El desarrollo local es una estrategia para la inclusión, que debe considerar las potencialidades territoriales, sociales, naturales, técnicas, económicas, institucionales y culturales para conducir un proyecto de manera sustentable. Es decir, pensar desde abajo considerando los recursos disponibles para que en función de los actores y potencialidades existentes se puedan promover las actividades socio-productivas rurales que puedan interrelacionarse con las ciudades.
Dos aspectos fundamentales determinan este acelerado proceso urbano. Inicialmente, el crecimiento poblacional natural sumado a la inmigración rural. Segundo, la expansión física producida por causa de la demanda de territorio para uso residencial genera alto consumo de suelo, obligando a desplazarse hacia la periferia urbana.
La migración interna, especialmente de zonas rurales, constituye una variable demográfica recurrente en las ciudades a nivel nacional. La posibilidad de elevar la situación de habitabilidad, mejorar la condición laboral y acceder a servicios, promueve al traslado de pobladores hacia las ciudades capitales, provocando un despertar no siempre satisfactorio y en su mayoría desencantador de ilusiones, que solo es condescendiente con la intensificación de una masa crítica cesante, inquilina de cordones periféricos y marginales.
Producto de la expansión urbana son visibles una serie de problemas colaterales, que revelan que el crecimiento no es paralelo al acceso a oportunidades. La ciudad reproduce grandes problemáticas que superan la administración local y las políticas públicas sin encontrar una fórmula de cohesión social.
En este sentido, la planificación es determinante para solucionar la complejidad de los problemas presentes en nuestras ciudades en condición de país en desarrollo. Se requiere coordinar adecuadamente una gobernanza multinivel que contemple la participación de gobiernos locales urbanos y rurales, en atención a las demandas de suelo, vivienda, producción, transporte y vías de comunicación.
El desarrollo local es una estrategia para la inclusión, que debe considerar las potencialidades territoriales, sociales, naturales, técnicas, económicas, institucionales y culturales para conducir un proyecto de manera sustentable. Es decir, pensar desde abajo considerando los recursos disponibles para que en función de los actores y potencialidades existentes se puedan promover las actividades socio-productivas rurales que puedan interrelacionarse con las ciudades.