LA SILICONA PENSANTE
El milagro de la vida
12 de noviembre de 2018 (20:21 h.)
Sentada en la sala de espera del más afamado galeno de la ciudad, solía pasar el tiempo imaginando las historias que traían consigo el resto de los pacientes.
Veía parejas jóvenes. Ellos como nosotros descubrieron que hay algún problema, ¿será él o será ella ?, decía. Una mujer de 40 años hacía pensar que retrasar la maternidad no era la mejor opción, pero era normal en estos tiempos.
El consultorio siempre estaba lleno sin importar el día o la hora. Todos compartían la misma angustia y aunque no lo decían nunca, sus rostros los delataban. Pero ella al menos tres veces ya había sido testigo del milagro de la vida, ese que les devolvía la esperanza a quienes repetían el intento. Y es que cuando menos se esperaba, una mujer embarazada llegaba al consultorio para aliviar la angustia de todos.
En esa sala de espera, las paredes guardaban como celosos testigos los más esperados positivos y los devastadores negativos. Ahí las parejas no solo lidiaban con sus fallidos resultados, sino también se preparaban para afrontar la presión de familiares y amigos.
Las cifras son claras, pero los prejuicios de nuestra sociedad siguen siendo muy oscuros. En 100 casos de infertilidad, 50 por ciento son por problemas del varón y el otro 50 por ciento , de la mujer. Así no más, fifty fifty.
Pese a las estadísticas, nuestra sociedad sigue creyendo que la mujer es la única responsable. Y lo que es peor, sigue descalificando a mujeres que no pueden embarazarse.
El éxito de los galenos bolivianos especializados en reproducción asistida es elevado, aunque nadie en el mundo puede asegurarle a una pareja que el milagro de la vida sucederá.
Después de varios intentos fallidos y de superar los prejuicios familiares, ella volvió a sentarse en una sala de espera con el mismo objetivo: ser mamá. Solo que ahí sí estaba garantizado que el milagro de la vida sucederá con el más grande acto de amor que puede existir.
De esta manera, este año 40 parejas bolivianas recibieron y le dieron vida nueva a niños del hogar Salomón Klein.
Si pudiéramos entender que la decisión de tener o no hijos está dentro del círculo de nuestra privacidad más íntima, no preguntaríamos a cuánta pareja conocemos: ¿cuándo tendrán hijos?
Veía parejas jóvenes. Ellos como nosotros descubrieron que hay algún problema, ¿será él o será ella ?, decía. Una mujer de 40 años hacía pensar que retrasar la maternidad no era la mejor opción, pero era normal en estos tiempos.
El consultorio siempre estaba lleno sin importar el día o la hora. Todos compartían la misma angustia y aunque no lo decían nunca, sus rostros los delataban. Pero ella al menos tres veces ya había sido testigo del milagro de la vida, ese que les devolvía la esperanza a quienes repetían el intento. Y es que cuando menos se esperaba, una mujer embarazada llegaba al consultorio para aliviar la angustia de todos.
En esa sala de espera, las paredes guardaban como celosos testigos los más esperados positivos y los devastadores negativos. Ahí las parejas no solo lidiaban con sus fallidos resultados, sino también se preparaban para afrontar la presión de familiares y amigos.
Las cifras son claras, pero los prejuicios de nuestra sociedad siguen siendo muy oscuros. En 100 casos de infertilidad, 50 por ciento son por problemas del varón y el otro 50 por ciento , de la mujer. Así no más, fifty fifty.
Pese a las estadísticas, nuestra sociedad sigue creyendo que la mujer es la única responsable. Y lo que es peor, sigue descalificando a mujeres que no pueden embarazarse.
El éxito de los galenos bolivianos especializados en reproducción asistida es elevado, aunque nadie en el mundo puede asegurarle a una pareja que el milagro de la vida sucederá.
Después de varios intentos fallidos y de superar los prejuicios familiares, ella volvió a sentarse en una sala de espera con el mismo objetivo: ser mamá. Solo que ahí sí estaba garantizado que el milagro de la vida sucederá con el más grande acto de amor que puede existir.
De esta manera, este año 40 parejas bolivianas recibieron y le dieron vida nueva a niños del hogar Salomón Klein.
Si pudiéramos entender que la decisión de tener o no hijos está dentro del círculo de nuestra privacidad más íntima, no preguntaríamos a cuánta pareja conocemos: ¿cuándo tendrán hijos?