Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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DE FRENTE

Solidaridad machista y perversiones de la ley

Solidaridad machista y perversiones de la ley
La violencia contra las mujeres, reprochada y sancionada en muchas partes del mundo producto de la lucha de los movimientos feministas, en Bolivia de ser un delito común o simplemente causal de divorcio o ruptura unilateral de unión de hecho pasó a ser un ilícito previsto y sancionado por ley. Así la Ley 348, además de señalar 16 conductas como violencia, asume como principios la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres, y es el Estado que debe garantizar el respeto y la tutela de los derechos, en particular de las mujeres. El trato digno por el que “las mujeres en situación de violencia reciben un trato prioritario, digno y preferencial, con respeto, calidad y calidez”, y la equidad de género, por el que el Estado se obliga a “Eliminar las brechas de desigualdad para el ejercicio pleno de las libertades y los derechos de mujeres y hombres”.

Sin embargo, de estos principios y valores de la Ley y el mandato constitucional, lo sucedido con la señora que denunció las brutales agresiones recibidas de su pareja, el diputado Henrry Cabrera del MAS, quedó en nada como miles de casos de mujeres sin poder político, económico ni social. El desamparo en el que se vio la víctima, con amenazas de por medio, con vergüenza y dolor tuvo que someterse a la payasada de audiencia de conciliación convocada por una juez proclive a pervertir la ley; que ignora lo que es la perspectiva de género en la justicia; que vivimos en una sociedad patriarcal, estratificada por género, condición social, poder político, económico, estado civil, etc. y que no se puede conciliar por ausencia del elemento principal que es la “igualdad real entre las partes”

Lo sucedido con este caso, a muchas feministas nos hace repensar sobre nuestra lucha por la paridad en los espacios de decisión. Comprobamos, impotentes, que cuando se trata de quedar bien con la estructura patriarcal, mujeres en el poder como las del MAS son tan insolidarias con las víctimas, dóciles y cobardes frente al macho que funge de jefe, como cualquiera de sus “hermanos”. Intelectuales, campesinas, indígenas, feministas y consultoras de género (hasta antes de probar las mieles del poder machista) permitieron impávidas que una víctima con todas las pruebas que portaba, sea presionada, humillada por el tipo de relación con su agresor y que este salga victorioso de su hazaña y continúe como modelo a seguir. Cuánto falta por hacer.