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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Atentado contra la salud

Atentado contra la salud
Comercializar carne de pollo luego de lavarla con lavandina para esconder el mal estado en el que ya se encuentra, no es otra cosa que un atentado contra la salud de las personas.

Este hecho, que puede calificarse como criminal, es muy común en los puestos de los diferentes mercados de Cochabamba, donde algunas inescrupulosas comerciantes buscan maneras para seguir vendiendo el producto dañado y así evitar pérdidas económicas.

Recientemente se descubrió que una comerciante pretendía vender carne de pollo descompuesta y para ello utilizó lavandina. Afortunadamente las autoridades detectaron el hecho e impidieron que la vendedora se salga con la suya.

Las autoridades sanitarias y de la Intendencia Municipal conocen los métodos que las vendedoras tienen para deshacerse de un producto en mal estado. Sin embargo, los operativos que realizan no son tan frecuentes como los que deberían ser, así como tampoco las labores preventivas.

Los controles deben ser más periódicos y en la totalidad de los mercados, porque la maña de engañar a los compradores es cada vez mayor y ello hay que cortar de raiz.

Asimismo, las autoridades deberían exigir a las comerciantes de carne, no solo de pollo, sino de cualquier otro animal, que la exposición del producto no se realice sobre mesones, que en la mayoría de los casos están viejos y sucios.

En este caso, lo ideal es que utilicen mostradores que tengan un sistema de refrigeración con la temperatura adecuada para que la carne no se descomponga.

Lamentablemente, la carne que se vende en los centros de abasto está al aire libre y tiende a descomponerse con facilitad por las altas temperaturas que se registran.

Por norma y para que el producto no se dañe, las comerciantes deberían tomar todos los recaudos. No es simplemente exponer el producto bajo techos de calaminas.

Pero el descuido y la irresponsabilidad de las vendedoras va más allá. Por ejemplo, hay quienes venden carne de pescado y de conejo en baldes y sobre carretillas.

Tampoco utilizan guantes para manipular la carne y, lo que es peor, con las mismas manos reciben y cuentan el dinero que les pagan los compradores.

Todo esto, obviamente, es un atentado contra la salud de la población, que las autoridades deben frenar.

Si bien se realizan operativos, estos no son suficientes para detectar todas las estrategias que utilizan las llamadas caseritas para seguir engañando. Por eso es importante no solo controlar, sino trabajar con los que venden para que sepan el daño que están haciendo y que incluso pueden provocar la muerte de las personas.

Asimismo, es importante recordar a la comerciantes que la normativa boliviana establece una sanción de uno a 10 años de cárcel por atentar contra la salud pública.

Paralelamente, las autoridades no deben tener ninguna contemplación para dejar impunemente un hecho similar al reciente, en el que se halló a una comerciante que pretendía vender la carne de pollo luego de lavar con lavandina para que los compradores no se den cuenta de la descomposición.

Sin embargo, desde hace años existen quejas de funcionarios que denunciaron casos similares ante la Justicia y estos quedaron en el olvido.

Es preciso hacer prevalecer la norma y no dejar que los culpables de estos atentados queden impunes.

Se requieren cambios no solo en los vendedores, sino también en los compradores, quienes no deberían adquirir la carne, sea de pollo, res, pescado u otro, en las actuales condiciones en las que se viene comercializando en los distintos mercados de Cochabamba.

Por algo debemos empezar, porque la buena salud es responsabilidad de todos.