Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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VINTO VIVE LA TRADICIÓN

Wallunk’as sin límites

La costumbre une a jóvenes y adultas mayores en el valle cochabambino. Empiezan los columpios que se extenderán hasta fin de mes.  
Wallunk’as sin límites



Ninfa tiene 83 años y su deseo de columpiar se mantiene intacto. Se presenta como interesada para participar de la wallunk’a, en la comunidad de Vargas Linde, en Vinto, Quillacollo.

Es delgada y lleva una blusa rosada, pollera roja y un mandil gris a cuadros. Sus cabellos pintan de blanco, pero su entusiasmo es de colores. Solo necesitó ayuda para acomodarse en el columpio. Un varón, la tomó de la cintura, alzó y la colocó en el asiento. Así empezó a mecerse con la ayuda de dos ayzadores (quienes jalan las cuerdas) para elevarla tan alto que con sus pies logre atrapar uno de los premios colocados en la parte central de los postes.

El juego dura unos minutos, porque Ninfa mantiene su destreza y se hace de un balde adornado con flores. Al bajar, paga 10 bolivianos por la inscripción y recibe el balde, mixtura en la cabeza y una tutuma de chicha.

El festival de Wallunk’a se desarrolló en Vargas Linde, en la localidad de Vinto de la provincia de Quillacollo, a cinco kilómetros del río Kh’ora de la avenida Albina Patiño. Participaron jóvenes cholitas, mujeres de vestido, con pantalones y con tacos. Todas alegres y entusiastas.

Fueron armadas dos wallunk’as. Habían comida y chicha y grupos musicales en vivo, todo en medio de sembradíos. La wallunk’a se practica una vez que las almas se han marchado al mediodía del 2 de noviembre.

Según las tradiciones es el inicio de un nuevo ciclo de la vida en el que el columpio representa la continuidad de la existencia. Se extiende hasta fines de noviembre en comunidades rurales.

Los columpios

Los columpios son armados con troncos de eucalipto. Los premios son baldes, chicha, diana y mixtura.