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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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SENTIDO COMÚN

Día de los muertos y de las brujas

Día de los muertos y de las brujas
En estos días se recuerda a los santos católicos y a nuestros muertos. Por la tradición y por el sincretismo que ello significa, instauramos ritos que nos relacionan con nuestros seres queridos ya ausentes y lejanos, en otro mundo o en otra dimensión.

De otros lares nos viene el festejo del halloween, también conocido como el Día de Brujas. Es una celebración popular, tradicional de los países anglosajones, orientada al culto a los muertos. Donde, seguramente, las brujas fueron personajes clave para esta conmemoración.

En nuestro medio, y después de haber transcurrido tantos años desde la Edad media, aparte de que nuestras niñas usen el disfraz de bruja para caracterizar a seres malignos y de ultratumba, según un sondeo realizado a unos 10 varones en la ciudad, la condición de bruja está asociada a una imagen de mujer “mala”, “controladora”, “que maltrata”, “que es chismosa”, “envidiosa”, “que desea el mal a los demás”, que utiliza pócimas y sortilegios para engañar y dañar.

En honor a la verdad, es digno reivindicar y revalorizar a estas mujeres, puesto que, desde la época de la Santa Inquisición, ellas fueron víctimas de las acciones más brutales de parte de una sociedad en la que el poder absoluto lo detentaban los hombres. Las sometieron a la hoguera, por el solo hecho de romper con los roles de sumisión y de ignorancia a los que querían someterlas los patriarcas. Bastaba con acusarlas de brujas, y sin opción a la defensa, recibieron torturas y castigos crueles hasta la muerte. Es bueno decir ahora, que las brujas fueron sanadoras, doctoras, que utilizaban la magia y los conocimientos de los valores de las hierbas para la curación.

Pero no solo en Europa se cometieron estas aberraciones, en la región andina, noreste argentino, Bolivia y el sur del Perú, según la historiadora Alicia Poderti, se utilizaron los mismos métodos que en Europa, para combatir todo lo que era considerado herejía por la Iglesia católica. En esta zona se persiguió con particular saña a las hechiceras que practicaban artes ancestrales de sanación y magia. De esa manera se asesinaron a cientos de mujeres en nombre de los Santos Evangelios, como era costumbre para los colonizadores.

Estas acciones de la historia son una muestra indiscutible de los feminicidios masivos cometidos contra mujeres, mujeres asesinadas por el solo hecho de serlo, son feminicidios institucionalizados por aquellos que aún ahora se oponen a la autonomía y a la libertad de las mujeres.

Por estas y muchas razones, las feministas reivindicamos el ser bruja, porque las brujas son mujeres empoderadas y conectadas con los ciclos de la tierra, porque son mujeres transgresoras que tienen luces interiores, que cuidan la vida y sanan lo que aman. “Una bruja es una persona que conoce sus heridas, pero al mismo tiempo sabe que cada una contiene una potencialidad de sanación y de crecimiento personal”.

Por mucho tiempo, las brujas han vivido en silencio sin denunciar los feminicidios que se cometieron contra ellas, las han juzgado, encerrado y silenciado, se ha tenido miedo a los propios dones. Se enseñó a los niños a tener miedo a las brujas y no a la Iglesia que quemó a tantas mujeres. Cuánto mal hizo el patriarcado en nuestros imaginarios desde tiempos ancestrales, desvalorizó a mujeres sanadoras y aún hoy se las injuria y desprecia.

Es hora de reivindicarlas y reivindicarnos con toda nuestra sabiduría y nuestro poder de transformación.