Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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DIOS ES REDONDO

Una final a todo VAR

Una final a todo VAR
Hace muchos años que no seguía tan de cerca una Copa Libertadores. Con la excepción de la jugada el año pasado, que acompañé mientras Wilster hacía historia antes de la masacre en el Monumental, el principal torneo continental de la región se me había vuelto casi anodino. Si mal no recuerdo, la última final que vi y festejé con entusiasmo fue aquella épica que ganó Liga Deportiva de Quito hace ya 10 años. La previsible empatía por el equipo chico de país chico me hizo hinchar por los ecuatorianos entonces dirigidos por el ahora malogrado Bauza, que ganaron la Copa en una infartante tanda de penales ante el Fluminense, en el mismísimo Maracaná.

Mucho ha pasado en estos años y mucho ha cambiado el fútbol sudamericano en esta década en que me he mantenido ajeno a la Libertadores, pero pocas cosas lo han alterado tanto como la implementación del VAR. No sería descabellado afirmar que la inédita final que jugarán en pocos días más River Plate y Boca Juniors es atribuible al buen hacer de sus jugadores y técnicos, pero también a la complicidad del videoarbitraje. Si en el Mundial de Rusia había resultado determinante en más de un partido de la primera fase, y hasta en la final entre Croacia y Francia, en las semifinales de esta Libertadores ha jugado un papel más que protagónico. River, de hecho, bien podría rebautizarse “RiVAR” para agradecer, al Gran Hermano Balompédico y a su monigote humano con silbato en la cancha, por la manito que vieron -tras interminables repeticiones- y le dieron al club millonario en el penal que finalmente inclinó el encuentro a favor de los argentinos y les dio la clasificación a la final. Boca no le debe tanto, pero alguna deuda tiene, en virtud del gol correctamente anulado al Palmeiras que vio la máquina y no el hombre, y que bien pudo alterar el curso de esa otra semifinal. Podríamos prolongar hasta el infinito la polémica en torno a la correcta o no aplicación del reglamento y del VAR en el penalti pitado para River. Podríamos elucubrar mil y un teorías de la conspiración para explicar el favor que habría recibido River al final de un partido que empezó perdiendo y que ganó, eso sí, también merced al planteamiento rácano de Gremio, que quiso guardarse la ventaja conseguida en Buenos Aires de la forma más necia. Podríamos eso y más, pero lo cierto es que lo visto por el VAR, pitado está. Y para qué mentirnos, también los bolivianos estamos algo agradecidos con el VAR de poder ser testigos de una final histórica en la Libertadores, acaso la primera en la que estará un boliviano, Carlos Lampe, al que no pocos esperamos ver alzar y besar la Copa, aun sin jugar.