Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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DESDE AFUERA

¿Y ahora qué viene?

¿Y ahora qué viene?
Keiko Fujimori está con prisión preventiva. Algo fuera del escenario político hace un mes. Estamos ante otro terremoto político.

Muchos piensan que si lo sumamos a las deserciones de Petrozzi y Salaverry y el resto de su mesa directiva (con un sentido de oportunidad que solo podemos describir como chocante), más la aparente rebelión de los provincianos, así como la divulgación del chat La Botica, estamos ante el fin del “keikismo”. No estoy seguro. Hay factores que pueden jugar a su favor y otros en contra en los meses que vienen.

A su favor, si nos guiamos por lo sucedido en otros casos similares, la prisión preventiva puede ser revocada en la apelación. Ello sería vendido, políticamente, como que se le dio la razón en el fondo del tema.

Otro factor que va a influir va a ser si es la única política importante enfrentando cargos similares que permanece en prisión. Ollanta Humala y Susana Villarán que ya están, desde hace algunos meses, en el período de investigación preparatoria (en la que está ahora Fujimori) están libres. ¿Un complot político, como reclaman los fujimoristas, o investigaciones que van cada una a su propio ritmo? Si es lo segundo, como creo, hay que agregar que todas van muy lento. Parte importante de la lucha anticorrupción pasa por dotar a estas fiscalías con asistencia técnica suficiente, para que avancen al ritmo que el país demanda. (El Caso Toledo, el más avanzado, dada su cobardía al huir de la justicia, tiene en cambio el ritmo que Estados Unidos imponga).

En su contra influye, y puede seguir haciéndolo, el ya famoso chat La Botica, donde se juntaba Keiko, con un reducido grupo de congresistas (los que mandaban) y los asesores. La Botica es explicablemente fuerte en sus expresiones, después de todo destinadas solo al grupo, como ellos reclaman con razón. Pero ese no es el problema. Lo es en cambio, que sea tan revelador de un estilo de relación vertical y autoritaria de Keiko Fujimori con respecto a su bancada. Ello tiene que haber impactado negativamente en los que no eran parte de este grupo informal de comando. A los del montón se les indicaba, no solo cómo votar (incluyendo el “dividirse” para aparentar que la confianza se aprobó por poco), sino llegaron hasta a decirles el momento y la intensidad de los aplausos que podían dar al presidente el 28 de julio. También es revelador porque pone en sus propias palabras lo que ya todos sabíamos; a saber, que se haría todo lo posible por blindar a Hinostroza y Chávarry.

Sin embargo, lo que más puede complicarla es lo que todavía no sabemos. Por ejemplo: ¿habrá más Reáteguis? Si la prisión preventiva a Keiko Fujimori se prolonga, puede cundir el pánico y estos multiplicarse. (Por cierto, despreciables personajes que no se arrepienten, sino que se salvan el pellejo, a cambio de echar a otros; pero, justamente por eso, tan útiles para la justicia). Por ejemplo, es fácil suponer que el lavado de aportes vía “pitufeo” ocurrió en varios otros lugares del país y no solo en San Martín. Quizás la fiscalía esté cerca de otros casos similares y haya gente dispuesta a colaborar para salvarse.

También es relevante, para el futuro político de Keiko Fujimori, lo que ocurra con el fiscal de la Nación, Pedro Chávarry. Guiados por la información que proporcionan en La Botica, los testigos protegidos y colaboradores eficaces, se puede concluir que en Fuerza Popular lo ven como una ficha clave a proteger.

Tomado de elcomercio.pe