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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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SERENDIPIA

Calacas en las calles

Calacas en las calles
Podrían ser terroríficas, pero no lo son, podría decir que las veo hasta simpáticas, me refiero a las llamadas calacas que tomaron las calles de las ciudades bolivianas esta semana. Las calacas son la forma en la que coloquialmente se llama a una calavera o esqueleto utilizada en la fiesta del Día de los Muertos mexicano.

Esas protagonistas de una festividad religiosa fueron en el último año, el motivo de cientos sino de miles de cumpleaños de niños bolivianos. No es casual que la tradición mexicana se apoderara de las fiestas infantiles reemplazando a héroes y dibujos animados, es por la historia de Coco. Una película que fue estrenada el año pasado y que narra la historia de Miguel, un niño que sueña con ser músico y que, en el Día de los Muertos, cruza al mundo de los espíritus para encontrarse con sus ancestros.

A través de esa película producida en Estados Unidos, se ha logrado que las nuevas generaciones de mexicanos se acerquen y vivan la festividad del Día de los Muertos de un modo distinto, no es la tradición que los abuelos imponen, es un encuentro de emoción, de fe, de esperanza y también por qué no, de tradición. Estoy seguro, que Halloween perdió allí casi por goleada.

En el Perú, como una manifestación frente a esas tendencias de imitar costumbres ajenas, se ha reestablecido con mayor fuerza el día de la canción criolla que se celebra justo el 31 de octubre y se realiza con múltiples presentaciones en las conocidas Peñas Criollas.

En el caso de nuestra fiesta de Todos Santos, cuyo origen y sustento se enraíza fundamentalmente en el ciclo agrícola, la situación es distinta en cada región del país, quien sabe por el avance y crecimiento de las ciudades, y por supuesto de la globalización. En los pueblos y comunidades ese sentimiento expresado en Coco de alguna manera está aún vivo, rezos y comidas, el altar que armamos el 1 de noviembre, con velas y ofrendas; el esperar y recibir a los espíritus de los muertos y el acudir a los cementerios es más importante que la Navidad incluso.

Al margen de esas consideraciones, lo importante es no olvidar que en Todos Santos no estamos solos. Han venido a visitarnos nuestros padres, abuelos, nuestras amigas y conocidos. Los esperamos con mucho cariño y les invitamos a compartir con nosotros con algo para beber y para comer, pues siguen vivos en nuestras memorias y por supuesto en el corazón.