Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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DIDASCALIA

Chumita

Me conmovió mucho la historia del Chumita. Seguro que hoy y mañana su familia y amigos lo visitarán y todavía hablarán de él y con él. Como sabemos, un cáncer en la rodilla lo consumió. Lo detectaron hace aproximadamente un año; su mamá, en el afán de pagar el tratamiento, fue detenida por tráfico de drogas en Jujuy y gracias a un permiso humanitario de un juez argentino pudo compartir los últimos cinco días con el niño.

Después de haberse reunido con los familiares de los pacientes con cáncer, el presidente Evo Morales anunció el tratamiento gratuito por un año. Aunque la decisión es paliativa, pues se requiere de una política de Estado para afrontar este tipo de enfermedades. Se ha visto un proceso de sensibilización, no solo por parte de autoridades, sino también de la población en general.

Sé de mucha gente que debe pasar por un calvario para atender a sus familiares con cáncer. Para empezar a muchos pacientes les hacen un diagnóstico tardío, es decir que les detectan cuando ya la enfermedad ha avanzado, este hecho reduce las posibilidades de vida de los pacientes.

Por otro lado, los costos de los tratamientos y de las medicinas son elevadísimos y sé de gente que se aprovecha de esta situación para lucrar.

El sufrimiento es tanto para el enfermo como para su familia. El cáncer consume a las personas hasta reducirlas a piel y hueso, mientras los dolores son insoportables. Los familiares que ven sufrir así a sus seres queridos, sufren con ellos ese dolor y además la preocupación de conseguir el dinero, de procurar el tratamiento, de tener suerte con el médico, etc. ¡No hay derecho!

En nuestro país, se presentan 14 nuevos casos de cáncer por día y ocupamos el último lugar en la región en la lucha contra esta enfermedad. Además, los bolivianos no tenemos una cultura de prevención en salud, acudimos al médico solo cuando nos aqueja algún dolor o molestia; tenemos mucho que aprender sobre alimentación saludable, así como sobre salud laboral o medio ambiente saludable.

Sé que la muerte nos va a visitar alguna mañana, como lo canta Sui Generis, solo quisiera que venga y me recoja y lo mismo con las personas que yo quiero. Pero si viene acompañada de cáncer y el sufrimiento se vuelve corporal, espiritual y burocrático –como lo es en nuestro país- ¡no quisiera ni pensar!

Vuelvo con el Chumita. Hay gente, como yo, que no quisiera pensar en la muerte, en mi muerte; pero al mismo tiempo, qué no daría por volver a abrazar a tanta gente amada que me ha precedido en ese viaje sin retorno. No sé si puedo ponerme en el lugar de la mamá del Chumita, pero estoy seguro que estaría dispuesta a todo por volver a tenerlo en su regazo.

Hoy y mañana, recordaré con cariño a mi gente que ya no está, los esperaré con algo rico sobre la mesa, un traguito y algunos cigarros, y también pediré por todos los que se han ido en medio del dolor, la indiferencia y la burocracia como nuestros enfermos con cáncer.

Que todos nuestros difuntos, incluido el Chumita, rueguen por nosotros, que sus dolores, unidos al dolor de Cristo, sean redentores. Que en nuestro país haya cada vez mayor y mejor atención a los enfermos, en particular a quienes padecen el cáncer. Y que hoy y mañana nuestras “almitas” sean bienvenidas y encuentren descanso en nuestra casa.