Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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CON LLAJUITA

¿Solo en Cocha?

¿Solo en Cocha?
Entre gritos de protesta por lo que necesitamos y queremos; entre realidades distintas, de lo que buscamos y obtenemos, vivimos los que somos parte de una Llajta peculiar. En Cochabamba tenemos problemas que pudieron recorrer décadas sin una solución.

Al salir temprano de casa y cuando no hay un carrito propio o una moto de por medio, nos encontramos con un sinfín de micros, trufis, taxi trufis y taxis que van y vienen, en horas pico, muchos de ellos llenos y dejándonos sin opción de llegar puntual al laburo diario.

Cuando la platita nos alcanza, la mejor opción puede ser la de subir a un taxi, obviamente pensando en no pagar mucho. Recordemos que las tarifas son variadas, todo en relación al cariño del maestrito.

En otra situación, mucho más frecuente, está la opción de subir a un taxi trufi, gracias a tu boliviano y tus noventa centavos, claro si tienes el monto exacto en moneditas y si estás dispuesto a recibir una fea mirada por no pagar un poco más al chofer, que a su vez es el cajero oficial del vehículo, caso contrario el pasaje es dos pesitos. Debemos saber que entre viaje y viaje podremos tener una charla amena de algún pasajero o el conductor, a veces optar por una musiquita de fondo que ofrezca lo mejor de la cumbia del momento, o simplemente ir hacia el destino acompañado de los mejores pensamientos. Ojo, no podemos olvidar que nos tocará ir apretadito, como dice la canción; en algunas ocasiones tendremos que llevar el crucifijo en la boca por si las cosas van rápido y el maestrito tiene ganas de hacer más rutas en menor tiempo.

Cada recorrido en un vehículo del transporte público es distinto. En muchas ocasiones no faltará aquel compañero o compañera de viaje que querrá bajar en cualquier lugar dejando de lado las normas de tránsito, que aunque no creas, sí existen; es en serio, muchos de los que usamos un trufi, un micro o un taxi trufi para llegar a nuestro destino, tenemos la mala costumbre de olvidarnos que están las paradas y que debemos usarlas para bajar o subir. En otras oportunidades está aquel nuevo acompañante, que estirando el brazo solicitará ser parte del grupo de gente que opta por el transporte público, pidiendo subir en medio de una calle o una avenida, de todas maneras la infracción ya está hecha, por unos y por otros.

Y bueno… lo que importa es llegar al destino y conocer todas las mañitas que podamos tomar en cuenta para que no nos deje el trufi, para ir lo más cómodo posible o para pagar el precio justo de lo que se tiene determinado, ¿o no? Todo lo relatado sucede todos los días, y nos ponemos a pensar: de quién será la responsabilidad… creo que de todos ¿nové?