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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Carta a una señora

Carta a una señora
Distinguida señora, me dirijo a Ud., puntualizando que quizás hoy enfatizo la palabra distinción para referirme a inteligencia y justeza, términos que cobran realce particular en relación a una dama, que supo mostrar nobleza, recato, coraje en el desempeño de las delicadas e importantes funciones que desempeñó en el máximo órgano electoral, presidiéndolo con acierto hasta el momento que soberana y voluntariamente decidió apartarse, no sin antes dejar establecido y por escrito su decisión.

En su carta hace referencia a la responsabilidad y empeño que puso en su tarea rectora de los procesos electorales. De ello, ni duda cabe; una muestra evidente, atinada y oportuna, fue poner en conocimiento inmediato de la ciudadanía los resultados del referendo del 21 de febrero del año 2016, consulta en la cual mayoritariamente los bolivianos se manifestaron contrarios a la perpetuación en el poder.

De no hacerlo así, se corría el grave riesgo de la manipulación y fraude. Plausible iniciativa que permite al pueblo continuar la lucha por el respeto a la Constitución y la de democracia.

Arguye en la mencionada carta que la instancia colegiada y máxima del órgano electoral: la Sala plena, se halla en situación de estancamiento y, consecuentemente, la toma de decisiones es menos que posible; a no ser, entiendo yo, que se traicionen valores personales fundamentales.

Como era de esperarse, esta decisión ha causado profundo malestar en el seno del partido gobernante, a tal extremo, que la maquinaria oficialista se activó de inmediato y de manera ilegal con el fin de obtener una mayoría complaciente en el seno de este órgano del poder estatal encargado de organizar, administrar y ejecutar los procesos electorales.

Así también, su decisión ha motivado críticas y cuestionamientos de algunos sectores de la oposición, considerando que tal actitud quiebra el equilibrio en la toma de decisiones electorales, que con su presencia se aseguraba, permitiendo que se cope la directiva del órgano por parte del oficialismo e imposibilitando, de esa manera, un pronunciamiento definitivo que deniegue la re repostulación de los candidatos masistas.

De mi parte, sostengo que su decisión ha sido producto de una valoración sobre su libertad personal y la dignidad, atributos estos inherentes a todo ser humano que se respete. Espero no estar equivocado y creo firmemente que su renuncia prueba el enlodamiento en que nos hallamos inmersos, no obstante aún subsisten personas con dimensiones espirituales que se rigen por conductas que se hallan por encima de honores circunstanciales, intereses económicos, miedos y temores fundados y no dan marcha atrás.

Desde la antigüedad, los viejos pensadores nos enseñaron: saber retirarse es sabiduría. Ser capaz de hacer las cosas es valentía. Alejarse con la cabeza en alto es dignidad. A Ud., distinguida señora, le ha correspondido recordarnos tales lecciones, que en los tiempos de cólera y zozobra en los que vivimos, creíamos perdidos y soterrados en el conformismo, el cálculo de intereses y la inconducta moral. Con este motivo saludo a Ud., con admiración y respeto.