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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Maestros de la extorsión

Maestros de la extorsión
¡Qué profunda crisis está viviendo el sistema de justicia boliviano! Seguro que Marco Tulio Cicerón, Montesquieu y Bentham, junto a otros grandes juristas de la historia, se toman la cabeza al enterarse de lo que sucede en nuestros estrados judiciales.

Basta ver el último escándalo protagonizado por la exjueza Patricia Pacajes, Romel Cardozo, Jhiery Fernández y otros fiscales y abogados involucrados, para caer en cuenta de que estamos en manos de gente corrupta, de unos verdaderos maestros del engaño y la extorsión.

Este es uno de los tantos motivos por el que el acceso a la justicia en nuestro país resulta oneroso, y por eso aquella persona que no tiene suficiente dinero no progresará en su búsqueda de solucionar sus conflictos. Esta es también la causa por la que un caso cualquiera dure unas pocas semanas o largos meses y hasta años.

La corrupción de los operadores de justicia determina las decisiones sobre el futuro de las partes. Al parecer, todo depende de presiones, extorsiones e influencias para que una persona sea declarada inocente o culpable.

Lo peor de este panorama es que aun así, mucha gente sigue confiando en ese sistema judicial. ¿Por qué?

Puede ser que algunas personas con capacidad económica e influencias sigan confiando en que esos recursos los llevarán a salir airosos ante cualquier proceso. Esto es lógico, pero ¿y los otros? Creo que una pista para hallar la respuesta se encuentra en nuestra sociedad patriarcal.

Sí, vivimos en una sociedad colonizada por el patriarcalismo. En la Roma antigua existía la figura del Pater Familias, que era la persona que tenía la autoridad para decidir lo que debían hacer los miembros de su familia. Su palabra era la ley. Cuando existía alguna disputa, era él quien decidía por las partes involucradas.

En nuestra sociedad nos enseñaron que cuando tenemos algún conflicto debemos recurrir a un tercero con autoridad para que nos lo resuelva. Es así que si dos niños tienen una discusión en el aula, esperan que la maestra decida quién tiene la razón y cuál será el castigo. De igual manera, ya cuando adultos, ante un conflicto, los bolivianos, en vez de resolverlo por nosotros mismos, le otorgamos nuestra libertad a un tercero para que este decida si fuimos culpables o no, aun sabiendo que no lo somos.

Tengo un amigo que se decidió a estudiar Derecho porque le habían hecho una denuncia y el proceso, dirigido por sus abogados, era de nunca acabar. Ahora que es abogado ha solucionado su conflicto muy rápidamente y se ha dado cuenta de todos los juegos de extorsión que se activan cuando uno cae, tropieza o resbala en algún asunto legal.

Por eso, es importante difundir con mayor fuerza la Ley 708 que promueve la conciliación tanto en estrado judicial como extrajudicial. Si usted tiene un conflicto y quiere resolverlo usted mismo, porque nadie mejor que usted lo conoce y sabe cuál es su mejor solución, acuda a los centros de conciliación, consulte si su caso es o no conciliable y anímese a resolverlo por usted mismo.

En las escuelas y universidades se deberían enseñar los métodos alternativos de resolución de conflictos, la negociación, la mediación, la conciliación, etc., deberían ser parte de los contenidos curriculares. De lo contrario, seguiremos fomentando la cultura de la moral de la tercera persona, es decir, hago lo que el otro me dice. Aprendamos a decidir por nosotros mismos.