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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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LA MAESTRA DEL RELATO BREVE TENÍA 81 AÑOS

Argentina llora muerte de escritora Hebe Uhart

La célebre autora de una veintena de obras deja un gran vacío en las letras latinoamericanas. Su obra es esencial para los que quieren escribir.<BR>
Argentina llora muerte de escritora Hebe Uhart



Nació en Moreno en 1936, estudió Filosofía, fue docente. Nada de eso explica la dimensión de Hebe Uhart, la narradora que murió ayer.

Puede decirse que le prestó mucha atención al relato breve. Puede contarse-como lo hizo la periodista Raquel Garzón- que "alguna vez comparó la escritura de un cuento al gesto definitivo de cortar un vestido (´si lo hacés mal, no hay arreglo´)".

Admirada por lectores y colegas, en los últimos años su nombre pasaba de boca en boca como contraseña de calidad, señala El Clarín.

Entre sus libros se cuentan  “Dios, San Pedro y las almas” (1962), “La gente de la casa rosa” (1970),  “La elevación de Maruja” (1974), “El budín esponjoso” (1976), “La luz de un nuevo día” (1983), “Camilo asciende” (1987), “Memorias de un pigmeo” (1992), “Guiando la hiedra” (1997),  “Señorita” (1999),  “Del cielo a casa” (2003),  “Camilo asciende y otros relatos” (2004),  “Turistas” (2008), “Relatos reunidos” (2008) y “Viajera crónica” (2011).

Fue maestra, profesora universitaria, escritora; recibió una multitud de premios y distinciones, resume Info. En los últimos tiempos era la figura destacada de ferias y festivales. Recibió el premio Konex (dos veces), el premio al mejor libro argentino de la Fundación El Libro, el premio del Fondo Nacional de las Artes, el Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas.

Para ella, la literatura era una artesanía. Era una militante antisolemne. En la biblioteca de su casa no estaban sus libros ni las distinciones. Tenía sí una escultura que un indio le había regalado en uno de sus viajes: era uno de sus objetos más preciados.

Hebe era una mujer encantadora, aseguró Patricio Zunini.

Homenaje

"Estamos tristes. Se fue una grande. Se impone leerla para siempre, como un mantra, para entender qué es escribir", dijo Flavia Pitella.