En las primeras jornadas, el medallero argentino no tenía ninguna presea de oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud (JJOO). Empezaba a “caerse” la esperanza, pero, como una luz en el fondo del túnel, apareció la remera Sol Ordás, que le dio la primera dorada al pueblo albiceleste.

El mediodía del Parque Urbano fue testigo de la hazaña de una atleta local. Con el Puente de la Mujer como testigo, la argentina transitó los 500 metros requeridos en la final en un tiempo de 1:43.81.

Eso le permitió subirse a lo más alto del podio y escribir su nombre en los registros de los JJOO.

“Agradezco a todos los que vinieron a alentarnos. Después del puente me dejé llevar por la gente, no pensé más nada. Llegó la medalla de oro”, confesó entre sonrisas.