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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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CRIMEN EN LA TERMINAL DE BUSES

El hincha aviador cuya muerte es un secreto para algunos

Nicolás Salcedo Zapata era el “niño de los ojos” de su abuelo. Un fanático de otro equipo lo apuñaló. <BR>
El hincha aviador cuya muerte es un secreto para algunos



A Nicolás Raúl Salcedo Zapata “el rojo y el azul” le corrían por sus venas; latían en su corazón; y ocupaban la mayoría de sus pensamientos porque él era de esos hinchas apasionados que sueñan, comen, ríen, lloran y viven en función de su equipo.

Por eso, cuando fue asesinado el 8 de mayo de 2017, en medio de una trifulca presuntamente iniciada por fanáticos del club Deportivo Cali, la barra brava del Wilstermann no solo se encargó de su sepelio, sino que se tomó el trabajo de pintar su ataúd de los colores que Nicolás amaba. Además, inscribieron una W en las cinco caras del féretro y se dirigieron hacia el estadio Félix Capriles, donde prácticamente obligaron a los administrativos a abrir las puertas para que los restos de Nicolás puedan ser llevados en hombros en una última vuelta a la cancha. Después, el cortejo subió a las graderías de la Curva Sur, habitualmente ocupada por los aguerridos Gurkas, para cantar los estribillos de siempre. Esta vez, con lágrimas corriendo por las mejillas, emoción y dolor al mismo tiempo.

“Nunca había visto tanta gente en un entierro. Eran cuadras y cuadras para despedir a mi hijo”, recuerda Patricia Luz Zapata Shultze, la madre de Nicolás, mientras visita OPINIÓN y muestra algunas fotografías del hincha en vida.

La mujer llegó del interior del país la semana pasada para asistir a una audiencia de apelación presentada por el principal sospechoso de matar a Nicolás. Patricia Luz es un vendaval mientras expresa su indignación ante algunas irregularidades en las que incurrieron los jueces “que intentan liberar a los únicos dos aprehendidos por este caso”.

Sin embargo, su voz fuerte y segura se enternece y se quiebra cuando se le pide que describa a Nicolás, más allá del hincha.

“Era el mayor de mis cuatro hijos. Era muy extrovertido, amiguero, colaborador. Si alguno de sus amigos tenía un problema, él salía en su defensa. Hacía suyos los problemas de sus compañeros”, rememora.

A Patricia le pesa muchísimo no haber compartido más con su hijo. Cuando él aún era un niño, ella decidió mudarse a otra ciudad del país, con todos sus hijos, pero Nicolás no quería irse porque amaba a sus abuelos maternos.

“Intenté llevármelo, pero se enfermó. No podía vivir sin mi papá, al que quería como a su propio padre, así que tuve que traerlo y dejarlo con mis papás. Me fui con los tres más pequeños”. Patricia venía a verlo, pero Nicolás jamás quiso separarse de sus abuelos.

“Nico tenía un carácter fuerte como el mío, pero éramos muy diferentes en tantas cosas. Discutíamos, pero yo siempre fui su má, y él mi hijo amado”, llora deconsolada. Salcedo se enamoró del Wilster desde que estaba en el colegio. Tras salir bachiller se fue al cuartel porque su abuelo se lo sugirió. Al retornar, hizo cursos, estudios técnicos, realizaba algunos trabajos eventuales e ingresó a la Facultad de Derecho.

A su pasión roja, se sumó otra. Conoció a una mujer a la que amó mucho. “Tuvo una hija con ella, una bebé que solo tenía cuatro meses de vida cuando mataron a mi Nicolás, y que ahora crecerá sin su padre por la violencia de unos criminales”.

Patricia Zapata confiesa que su padre, el abuelo de Nicolás, no sabe que lo mataron. “No lo soportaría. Ya está mayor, y él era el niño de sus ojos”. Le dijeron que se fue Santa Cruz en busca de trabajo y él vive esperando noticias suyas que no van a llegar. Con nostalgia, pero protegido de un dolor que lo aniquilaría, según Patricia.

“El día que me llamaron para decirme que lo habían matado, casi me muero también. Me acababan de detectar diabetes tipo 2, necesitaba someterme a un tratamiento urgente y no sabía qué hacer. Su muerte fue un golpe inesperado. Pero, ahora, este proceso penal está afectando mi salud, y yo solo quiero que se haga justicia, que aquellos que mataron a mi hijo, su futuro, su hogar y sus ilusiones, no queden impunes. Yo no admito la injusticia y estos jueces con los que me he topado en Cochabamba, son muy injustos. Yo los voy a denunciar, e iré hasta el Presidente, si es necesario, para exponer lo que hacen porque son sinverguenzas y tengo las pruebas documentales”, advirtió Patricia Zapata Schultze.

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de mayo de 2017 es la fecha en la que Nicolás Salcedo Zapata, de 31 años, fue apuñalado en la terminal de buses de Cochabamba, por un seguidor del club Deportivo Cali, tras una gresca provocada por este último. El criminal se dio a la fuga, y fue aprehendido en agosto de 2018. 

La pesquisa, el proceso y sus “irregularidades”

El 8 de mayo de 2017, Nicolás Raúl Salcedo Zapata fue a la terminal de buses de la Llajta para recibir a los hinchas del equipo colombiano Independiente de Medellín, que llegaban para hacer una “parada de descanso”, antes de seguir viaje hacia Argentina. 

Sin embargo, los hinchas aviadores se toparon con otro grupo de fanáticos del club Deportivo Cali, rivales de Independiente de Medellín, que emprendían viaje rumbo a Paraguay. La gresca comenzó por los colores de las poleras. Según los testigos, un colombiano del club Deportivo de Cali le quitó su gorra a Nicolás para “provocarlo”. Éste, molesto, intentó recuperar la prenda y se enfrentó a su oponente.

El wilstermanista lo lanzó al piso, pero, en ese instante, otro seguidor del Deportivo de Cali se acercó a Salcedo por la espalda y lo apuñaló en el pecho. Nicolás cayó al piso malherido y, en tres minutos, perdió la vida. La autopsia reveló que el cuchillo alcanzó el corazón.

En medio de la confusión, el atacante empezó a amenazar a los testigos para consolidar su huida. Todos coincidieron en que él tenía una herida en la mano, en la que se fijaron mientras profería las amenazas. Los investigadores obtuvieron fotografías de cámaras de la misma terminal y de otros teléfonos particulares. Cinco testigos identificaron al joven que usó un cuchillo para matar al hincha aviador como Óscar Eduardo P.M., de 22 años, de nacionalidad colombiana.

La investigación logró comprobar que, de acuerdo a certificaciones del flujo migratorio, Óscar Eduardo P.M. había entrado a Bolivia días antes del crimen.

Tras 15 meses de pesquisas, el sospechoso fue aprehendido en agosto de 2018, con una orden que pesaba en su contra y que fue ejecutada en Pisiga, por efectivos de Migración.

Un médico forense examinó a Óscar Eduardo P.M. y verificó que este tiene cicatrices en la palma izquierda, similares a las descritas por los testigos, además de otras huellas en brazos y piernas, también señaladas por los testigos.

Por todas estas evidencias, los fiscales Juan Pablo Castro, Fabio Velasco y Giovanni Campos lo imputaron por el delito de asesinato, ante el Tribunal de Instrucción Cautelar Penal 1, y pidieron su detención preventiva alegando que, al no tener domicilio, trabajo ni familia establecida en Bolivia podría darse nuevamente a la fuga, pues contaba con un pasaporte colombiano y un carnet de identidad chileno con los que saldría fácilmente del país.

Sin embargo, según la madre de Nicolás, que estuvo presente en la audiencia cautelar del 4 de agosto de 2018, la jueza Sandra Parra pretendió liberar a Óscar Eduardo P.M. con medidas sustitutivas, pese a que no cumplía con los requisitos que garanticen que no se iba a dar a la fuga.

“Era el colmo. No me daba la palabra y me levanté como una leona. Le grité: ‘¡Prevaricadora!’ y le dije que no me conocía, que si creía que podría burlarse de mi hijo estaba muy equivocada y que iría a los medios de comunicación a denunciarla por prevaricato. Le pregunté cuánto le estaba pagando el extranjero para dejarlo libre, sabiendo que se iba a escapar, y abandoné la audiencia rumbo a un canal de televisión. En el trayecto, me llamó mi abogado para decirme que la jueza había cambiado su decisión y ordenó la detención del criminal en la cárcel”.

Patricia Zapata dejó como evidencia el acta de la audiencia, donde la jueza ordena dejar en libertad a Óscar Eduardo P.M., pero, al final resuelve enviarlo a la cárcel de San Sebastián.

La defensa de Óscar Eduardo P.M. dijo que su cliente no estuvo en la terminal de buses de Cochabamba el 8 de mayo y que lo estaban confundiendo con otra persona. Sostuvo que la Fiscalía no había presentado una imagen congelada del criminal para contrastarla con la de su defendido, cuya contextura es distinta a la del sospechoso.

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Años de cárcel exige Patricia Zapata para el autor del asesinato de su hijo Nicolás Salcedo Zapata. Ella denuncia varias irregularidades en el proceso penal.  

Militar “cómplice” del crimen ya fue liberado “sin fianza”

Patricia Zapata dijo que esa no fue la única irregularidad. Uno de los fiscales pidió la detención del extranjero en una cárcel de Potosí o de La Paz, argumentando que no estaría seguro en El Abra. “¿Cómo vendría para el juicio o las otras audiencias? Eso no es coherente. También le dije de todo al fiscal, en plena audiencia, pero cuando fui a pedir una copia del audio de la misma, me dijeron que se había borrado”, denunció la mujer que volvió para la audiencia de apelación presentada por el imputado ante una Sala Penal.

Esa audiencia no se realizó debido a que una vocal se enfermó, pero está prevista para el próximo 12 de octubre.

Otra irregularidad señalada por la madre de Nicolás es que el 8 de mayo, en las imágenes de los videos de la terminal de buses, se observa al colombiano Óscar Eduardo P.M. entrar y salir después del crimen junto al militar Rurig R.C. “Estaba detenido en San Antonio, pero ya lo liberaron y sin fianza. No sabemos cuáles son los motivos. Además, me acabo de enterar de que presentarán, hasta el 10 de octubre, una conminatoria a la Fiscalía para acusar, o no, al colombiano. ¿Cómo es posible si recién lo han detenido en agosto? Faltan varias actuaciones por hacer. Quieren favorecerlo”, sostuvo.