Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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SENTIDO COMÚN

Problemas de movilidad

Problemas de movilidad
Uno de los problemas que enfrentamos las personas en las ciudades es la falta de una estrategia de movilidad urbana que sea coherente y pensada en el ser humano como el centro del enfoque de las políticas de las Entidades Territoriales Autónomas, vale decir, de las gobernaciones y de los gobiernos municipales, de acuerdo con sus competencias.

Lo que vemos en nuestra urbe es que la conectividad de la ciudad está pensada principalmente para beneficiar a los automóviles, y por ello las autoridades se esmeran en construir grandes obras de impacto como son el ensanche de avenidas, los puentes, los pasos a desnivel, los distribuidores, que indudablemente significan cantidad de cemento y asfalto. Lo que no nos damos cuenta es que a la larga esto incentiva el uso del automóvil individual y por ello cada año se incrementa la cantidad de vehículos. Pero, además el ser dueño de un auto es muy valorado socialmente, porque eleva el estatus y la autoestima de la gente y es apreciado de acuerdo a cuán nuevo es el carro.

La movilidad urbana en nuestra capital, como ya lo dijimos, es conflictiva debido a varios factores: causa congestionamiento, evitando que podamos llegar a nuestro destino en el tiempo previsto y se dice que perdemos hasta 104 horas en un año por esta causa. Tenemos una cantidad exagerada de movilidades, especialmente las privadas. Según algunos autores, de cada 100 unidades privadas 85 llevan a una sola persona.

Por otro lado, debemos referirnos a que, en nuestra realidad concreta, persiste un transporte público que tiene efectos negativos, pues es atomizado, no hay un transporte masivo y de calidad, sus unidades son muy antiguas y/o pequeñas, sus conductores no respetan las normas de tránsito ni las de convivencia humana.

Este tipo de transporte, de la misma forma, genera afecciones directas a la salud por la contaminación acústica, del aire y por los accidentes. Pero, no debemos olvidar las afectaciones psicológicas por el maltrato a partir de la mala educación de los conductores, por los acosos y toqueteos que sufren las jovencitas, por los robos, por la inseguridad en general y por la ocupación fragmentada del territorio.

Estos problemas tienen una peculiaridad: afectan a todos los habitantes de la ciudad, pero especialmente a las mujeres que tienen movimientos diferentes a los hombres y que los planificadores no las toman en cuenta en su especificidad. Como también afecta negativamente a los sectores más débiles y desfavorecidos.

En síntesis, podemos decir que este tipo de movilidad urbana, al provocar un gran número de impactos ambientales y sociales, crea una fuerte y negativa repercusión en la calidad de vida de las personas.

Sin embargo, existe una indiferencia de parte de las autoridades llamadas a resolver estas incoherencias, quienes tienen una confusa y escasa crítica, especialmente frente los sindicatos de transporte.

Así mismo, hay una aceptación de parte de la sociedad, que paradójicamente, ante manifestaciones sociales con repercusiones colectivas de menor impacto se organizan y salen a las calles reclamando y rechazando temas que podrían beneficiar más que perjudicar, y no reaccionan ni protestan en el caso que nos ocupa.

Podríamos imaginarnos un buen sistema de transporte público masivo, en el que no tengamos necesidad de sacar nuestro auto individualmente y que nuestras calles estén libres, teniendo todo el espacio para poder desplazarnos en bicicleta o a pie.