Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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UN POCO DE SAL

Poder corrupto, desafío para la sociedad civil

Poder corrupto, desafío para la sociedad civil
El caso de la condena injusta del médico Jhiery Fernández pone una evidencia más a la constatación que en Bolivia un poder corrupto ha secuestrado el estado social de derecho y la democracia, patrimonio popular.

Junto a la denuncia, debemos advertir que este poder corrupto pretende moldear una “sociedad civil” a la medida de su necesidad de reproducirse. El poder está urgido por generar en la sociedad multitudes bobas, distraídas, temerosas, mediocres y conformistas con un mundo de fantasía que él mismo genera con su aparato de propaganda. Entre otras estrategias, se afana compulsivamente por sumar respaldos visibles de personajes del mundo del espectáculo, el deporte, las religiones y todas aquellas actividades que congregan a masas con poco requerimiento de crítica y argumentación. Así vemos a cantantes, deportistas, un octogenario cardenal despistado o reinas de belleza rindiendo rastrera pleitesía al divinizado caudillo.

Mientras más corrupto el poder constituido, más manifiesta es su necesidad por encubrir la realidad. Como este necesita gente mansa y crédula de su propaganda, todos los días atiborra los medios con mensajes mentirosos que encubren las evidencias de un alto deterioro de la economía, la democracia y los derechos humanos.

Por ello, a este poder le irrita que la gente piense por sí misma. Le enfada que los sectores sociales analicen con criterio propio las políticas y decisiones gubernamentales. Le produce un enorme miedo que la gente se informe y comience a deliberar, interpelar y articular movimientos que tienen agenda propia sobre lo público. Muestra eximia de esta sociedad civil crítica son los diferentes sectores que resisten a acciones gubernamentales que violan derechos.

El imperio de un régimen corrupto y autoritario expresa una profunda degeneración moral e intelectual. En su afán de reproducción, procurará extender su decadencia hacia los diferentes sectores sociales. Así pues, el desafío para construir una sociedad civil genuina, está planteado: hay que resistir a ese afán del poder. Es el crucial desafío para recuperar una democracia que es patrimonio social, hoy secuestrada por una estructura pervertida que, a estas alturas, ha cooptado ya todos los espacios. Asumamos el desafío.