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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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El “amor” de las autoridades por la Llajta

Trabajo. Si a las autoridades les importara de verdad, le rendirían todos los honores y trabajarían todo el tiempo para convertir a la Llajta en el mejor destino económico, educativo, turístico, de salud y de deporte.<BR>
El “amor” de las autoridades por la Llajta
En la celebración del cumpleaños de uno se supone que debe primar la unidad y la alegría. También se presume que los invitados son aquellos que tienen cierto afecto al cumpleañero o cumpleañera. Cumplir un año es muy importante, porque se celebra la vida.

Sin embargo, nada de ello ocurrió el 13 de septiembre, noche previa a la celebración de los 208 años del levantamiento libertario de 1810 en Cochabamba.

La sesión de honor, en la que se debería brindar por la libertad y por Cochabamba, fue empañada por asambleístas que no midieron nada e hicieron que la violencia opaque el festejo.

Los empujones, jalones de cabello, silbidos y gritos de autoridades tanto de oposición como de oficialismo primaron en la bochornosa sesión de honor. Poco importó que haya invitados, a quienes les entregaron reconocimientos por su labor y aporte a la Llajta.

Esa sesión, en la que se vio a dos asambleístas del Movimiento Al Socialismo (MAS) sacando a empujones a su colega de Unidad Demócrata (UD), o donde una senadora del partido oficialista se bajó de la testera para desalojar a una diputada de Unidad Nacional (UN), fue reflejada por todos los medios del país, incluida las redes sociales. Las escandalosas imágenes fueron portada de algunos periódicos y medios digitales.

Fue lamentable ver cómo nuestras autoridades habían perdido la cordura, el respeto por Cochabamba, por la tierra a la que dicen amar y supuestamente trabajan día a día por ella.

Ni los unos que sacaron a empujones a asambleístas, ni los otros que gritaron “Bolivia dijo no” tenían el derecho de empañar la sesión de honor, así como tampoco de que los invitados presencien actos de violencia.

Nunca antes había pasado esto y mucho menos en un acto en el que se tenía que rendir homenaje a la tierra valluna, a Esteban Arze y a todos los héroes que lucharon contra el yugo español.

La división entre las autoridades locales y departamentales ya se advirtió el año pasado, cuando el Concejo Municipal y la Asamblea Departamental hicieron por separado la sesión de honor en homenaje a Cochabamba. Sin embargo, no se esperaba que el acto del 13, al que asistió el vicepresidente Álvaro García Linera, sería empañado por actos de violencia.

Más allá de los hechos que fueron cuestionados tanto por los políticos de la oposición como por los del oficialismo, además de los ciudadanos que se expresaron a través de las redes sociales, ¿será que las autoridades se han puesto a pensar cómo la pelea por el poder político está perjudicando a Cochabamba?

Asimismo, ¿será que se dieron cuenta de que el realizar dos sesiones de honor significó un elevado gasto tanto para el Concejo como para la Asamblea, cuando podía hacerse una sola y juntos?

Definitivamente, a las autoridades parece que no les importa nada, solo su color partidario y su posición ideológica. Cochabamba no es primero como dicen y repiten todo el tiempo.

Si a las autoridades les importara de verdad, le rendirían todos los honores y trabajarían todo el tiempo para convertir a la Llajta en el mejor destino económico, educativo, turístico, de salud y de deporte.

De nada sirve que conozcan los paupérrimos indicadores de crecimiento que tenemos, así como tampoco el lapidario déficit comercial que se registra en diferentes rubros productivos de la región.

Ya no somos la Cochabamba de antes, cuando nos jactábamos de ser el primer productor de petróleo. Ahora, ni siquiera sabemos cuánto producimos y cuánto percibimos. Atrás quedaron las famosas obras estrellas que cada 14 de septiembre se entregaban.

Necesitamos un cambio, pero real y urgente. Requerimos de autoridades sinceras, que cumplan lo que prometen y no solo enamoren a los cochabambinos para conseguir su voto y luego disfrutar del poder.

¿Qué diría Esteban Arze si estuviera vivo y viera lo que hoy es la Llajta?