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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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DESDE AFUERA

De mausoleo del dictador Franco a memorial de víctimas: ¿es posible?

De mausoleo del dictador Franco a memorial de víctimas: ¿es posible?

La Comisión de Expertos para el futuro del Valle de los Caídos impulsada por el que fuera ministro de la Presidencia Ramón Jáuregui en 2011 fue plenamente consciente de la imposibilidad de resignificar ex novo el Valle de los Caídos.

No presentó entre sus propuestas alzar un Centro Nacional de Memoria. Tampoco un Arlington, donde yacen además de militares y veteranos de guerra americanos, víctimas de ataques terroristas y los restos de presidentes como el de J.F. Kennedy y su mujer. El Valle es lo que es. Pero sí concluyó, por unanimidad, que era posible hacer una relectura democrática del Valle como memorial de víctimas, de todas, subrayo, de todas las víctimas de la Guerra Civil.

Esto implicaba que Franco, que no fue víctima, quedaba fuera de lugar. El Decreto-Ley del 24 de agosto del Gobierno de Pedro Sánchez adopta precisamente este punto de vista. Y no cabe duda de que es un paso resignificador decisivo. El Valle, pronto, dejará de ser mausoleo del dictador.

Pero no es suficiente. Exhumar a Franco y dejar el Valle tal cual no se corresponde con las recomendaciones de una Comisión, que se lo tomó en serio, y que reunió personas con gran cualificación profesional, de carácter multidisciplinar y políticamente plural. Tras la convalidación parlamentaria del decreto de exhumación es el momento de debatir y acordar, con los máximos consensos políticos y sociales, las actuaciones de resignificación democrática en el Valle de los Caídos.

El Informe de la Comisión propone básicamente tres actuaciones: la primera, un Centro de Interpretación. Se trata de explicar, no de destruir, ni de maquillar. El lugar es lo que es, con toda su fuerza simbólica. Históricamente, un monumento para perpetuar la memoria de una victoria bélica, fruto de un golpe de Estado ilegítimo contra la República. Estéticamente, un ejemplar de arquitectura fascista y nacional-católica del siglo XX. Constructivamente, un monumento construido a base de un peonaje bajo el sistema de redención de penas por el trabajo, de reclusos que lo eran por sus ideas políticas republicanas. Todo esto hay que explicarlo, con toda la didáctica posible, para que los visitantes conozcan la verdad del monumento, desde la perspectiva de las víctimas.

La segunda actuación que proponíamos es levantar un memorial cívico con fuerza expresiva en un lugar central, en la explanada de entrada, que recuerde nombre a nombre a cada una de las víctimas allí exhumadas. Un lugar de recogimiento, silencio, respeto, memoria, donde la persona que no es católica pueda sentirlo como propio. Quienes propugnan la destrucción o el abandono han de pensar en la memoria de los restos que allí yacen, 33.847 registrados, de los cuales 12.410 no están identificados, siendo estos, en su inmensa mayoría, republicanos.

La tercera gran actuación es la dignificación de la situación de los restos. Un país no puede tener en lonjas-criptas huesos amontonados, mezclados con tierra, en columbarios rotos, con telarañas y humedades por doquier. Urge una labor de limpieza y reubicación de los restos en columbarios nuevos, ¡por dignidad! con la memoria de los muertos.

He tenido oportunidad de escuchar a hijas y nietos contar la tragedia de cómo les fueron arrebatados sus padres y sus abuelos para ser fusilados.

Tomado de la agencia EFE