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La mitad de su historia

La mitad de su historia
Pablo Escobar, el “patrón” del Cartel de Medellín, la organización mafiosa del narcotráfico más grande de la historia, afirmaba que solo se había acostado con dos mujeres mayores de edad, su esposa y Virginia Vallejo, modelo, periodista, escritora y la presentadora de televisión más popular de los años ochenta en Colombia.

Escobar murió acribillado por las fuerzas del gobierno colombiano en 1993, mientras intentaba huir por el tejado de un edificio. Catorce años después, Vallejo publicó un libro titulado “Amando a Pablo, odiando a Escobar”, en el que revela detalles de su relación con el narcotraficante y secretos que había guardado por todos esos años. En marzo de este año (2018) se estrenó la versión cinematográfica de esa obra con nada menos que Penélope Cruz y Javier Bardem como protagonistas.

Esta película, que personalmente me impresionó, y a partir de la cual amé y odié al narco, se suma a muchas otras producciones audiovisuales que, dejando de lado el daño que provocó Escobar a su familia y a su país, promueven la apología de un personaje nefasto.

La semana pasada tuve la oportunidad de participar en la conferencia que Jorge Lara Restrepo dio en la Universidad Católica Boliviana. Su padre fue Rodrigo Lara Bonilla, Ministro de Justicia colombiano durante el mandato de Belisario Betancur, tiempo en el que Escobar era diputado. Lara Bonilla comenzó las investigaciones al narco mientras este le daba plazos para comprobar sus acusaciones y planeaba eliminarlo. Y fue así que un día, un par de sicarios pasaron al lado del coche en el que estaba el Ministro y lo acribillaron. La muerte de este personaje dejó una viuda de 27 años con tres niños de 9, 7 y 4.

Un mes después del asesinato, el presidente Betancur decidió enviar a la familia al exilio puesto que el Estado no podía garantizar su seguridad. Los niños crecieron en distintos países de Europa, mientras su odio y su sed de venganza fermentaban en sus corazones. Jorge Lara, el conferencista, contaba que a los 12 años se enteró que el hijo de Pablo había llegado a Suiza, lugar donde él vivía, y decidió ir a matarlo. Menos mal que las pocas monedas que su madre le había dejado no le alcanzaron para tomar el tren.

Hace seis años, por distintas circunstancias, Lara tuvo la oportunidad de encontrarse con Escobar hijo, Sebastián Marroquin. Tuvieron una larga reunión de cuatro días en la que compartieron su experiencia. Lógicamente Lara culpó a la familia Escobar por el sufrimiento de su madre y sus hermanos; pero Escobar también le contó lo que pasó con él. Para empezar, el día en que murió el Ministro, su madre comenzó a rechazarlo. Sebastián, también tuvo que huir toda su vida, de hecho en Suiza y en otros países en los que buscaba protegerse de las garras de la mafia tuvo que cumplir con tiempos de arresto.

Lara reconoció que Sebastián tiene la mitad de su historia y que, por eso, ahora son buenos amigos, tanto que un día, hace cuatro años, recibió una llamada de Marroquin en la que le dijo: “Hermano, le cuento una buena: ¡Voy a ser padre. Y por ende usted será tío!” Hoy ambos están empeñados en ayudar a los colombianos a romper el círculo de la violencia y a entender que el perdón y la reconciliación pueden sanar las profundas heridas que dejaron el narcotráfico y las guerrillas.