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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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DESDE AFUERA

Si no te regulas, te regulan

Si no te regulas, te regulan
Hace unos días, una joven denunció haber sido violada en un taxi Uber. Algo parecido a lo que ocurrió en enero en un taxi Beat. La respuesta de Uber –líder en el mercado de taxis por aplicación– nos dejó algo muy claro: cuando nos subimos a uno de sus autos “estamos por nuestra cuenta”.

Claro que la empresa dio “respuesta a las autoridades”, “brindó información”, dio “seguimiento al caso” y “desactivó la cuenta” del chofer. Pero el reclamo ciudadano no es ese. Es ¿cuánto se esfuerzan las empresas de taxi por aplicación para que quienes nos subimos a sus taxis viajemos con un conductor y un vehículo adecuados?

Sí, ya sabemos que los taxis no son de ustedes, pero como ha señalado Mario Zúñiga, excomisionado del Indecopi, ustedes son “el portero que deja (o no) entrar al conductor al sistema”. Es en razón de la marca Uber, Beat o Easy Taxi que nos subimos. La cantidad de “estrellitas” que tengan los conductores son un plus. Por ello, legalmente tienen responsabilidad por lo que ocurra durante los viajes, así la letra pequeña diga lo contrario.

¿Qué nivel de responsabilidad exactamente? Debe definirse. Claramente, no el que Easy Taxi buscó asumir en el 2014, cuando en los términos de su servicio indicaba que esta “no se responsabiliza por ningún acto sucedido durante la prestación del servicio de traslado”, y que “no avalan la salud física o mental” de los choferes. Así como lo lee. Lo indignante es que se trata de empresas con matrices, plenamente conscientes de la necesidad de asumir parte de la responsabilidad. En Estados Unidos, Uber pide a los conductores cumplir requisitos que no solicita aquí en Perú, como tener licencia por más de un año, pasar revisión física del vehículo, entrevista personal del conductor y un seguro vehicular contra accidentes mucho más amplio que el SOAT. Acá, para ahorrarse unos “peniques”, todo es virtual. Se toman un “selfie”, cargan al sistema DNI, brevete, SOAT, certificado de antecedentes penales, y listo.

¿Analizan cuántas infracciones de tránsito –que no le hayan quitado puntos en el brevete– tiene el conductor? Ver mi artículo “Carta a los candidatos a la alcaldía”. ¿Piden antecedentes policiales para evitar que una persona con denuncia policial por “tocamientos indebidos” como la de Beat sea chofer? ¿Revisan que el auto sea el que figura en la tarjeta de propiedad que les han presentado?

En el Perú, por ejemplo, a diferencia de Chile y Argentina, no hay un Registro de Agresores Sexuales contra Menores de Edad, que permita a las empresas no afiliar a agresores sexuales de menores. El Congreso aprobó en junio pasado una autógrafa de ley para crearlo, pero el Ejecutivo lo observó, porque “no se entiende cuál sería el objetivo de la publicidad del registro, ya que más allá del conocimiento (y escarnio público) no existe una acción que se derive de esa publicidad”. ¡Plop!

En otras palabras, en el Perú hay poca información pública sobre condenados y el sistema de justicia funciona muy mal. Pero si van a hacer empresa en esta realidad, ciertamente caótica, tienen que elevar su nivel de cuidado respecto de quiénes dejan entrar a su sistema. ¡No reducirlo!

El riesgo de no “autorregularse” y “zafar cuerpo” le costó a las universidades las regulaciones desproporcionadas que hoy las rigen. Y ahora vamos a presenciar cómo la crisis de los taxis por aplicación va a acelerar las iniciativas regulatorias, que ya están en la agenda del pleno. Esperemos que no termine aprobándose una regulación que afecte el desarrollo de una economía, la economía compartida, que tanto beneficia a quienes menos recursos tienen. Y si la afecta, ya saben a la miopía de quiénes culpar.

Tomado de elcomercio.pe