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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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DIOS ES REDONDO

Reencuentro con (un) dios

Reencuentro con (un) dios
Los popes de los lugares comunes sentencian que el fútbol, como la vida, siempre ofrece revancha. Y alguna razón tienen. De otra manera no podríamos celebrar que la semana pasada nos haya dejado a muchos futboleros un mejor sabor de boca que el nauseabundo que nos había provocado la semana de la “memedalla” presidencial.

De fútbol, aquella semanita dejó poco o nada que festejar. El romance con la redonda había sucumbido al bochorno. De lo único circular que cabía hablar era de la dichosa medalla que un edecán calenturiento dejó en las afueras de un burdel para que una banda de maleantes la robara en el más desafortunado de sus golpes. Y si se aludía a bolas, no era para narrar el rodaje de la pelota, sino para escarmentar a un honorable que acometió su primer desnudo en el aeropuerto cochabambino. Por si no fuera poco, el incidente balompédico boliviano que dio más tela que cortar no fue ejecutado con los pies, sino con las manos o, siendo más precisos, con los puños de Thiago Leitao que se estrellaron contra el rostro de Pochi Álvarez, en el partido Wilster-San José.

Por fortuna, la ola de bochorno futbolero se acabó el miércoles pasado. Al menos, para el que escribe. Ese día fue perfecto o casi. Lo abrió el Barcelona de Messi, dando cuenta por 3-0 del Boca de Tévez, en la enésima evidencia de la aplastante superioridad del fútbol europeo sobre el sudamericano. Lo siguió el Rojo, que remontó casi milagrosamente un 0-1 y un 1-2 ante Guabirá, para acabar ganando 3-2 en Sacaba, en la enésima evidencia de la bipolaridad futbolística del cuadro dirigido por Álvaro Peña. Y la cerró el Atlético de Madrid, que se desquitó del Real-Madrid-tras-Cristiano, se cobró con un 4-2 las dos Champions que perdió ante el club merengue y le arrebató la Supercopa europea que creía ya suya. No sé si fue la enésima, pero sí fue una prueba más de que el fútbol se presta a la justicia poética. Uno quisiera creer que el equipo de Simeone finalmente se ha exorcizado del complejo de hermano menor del millonario club ahora dirigido por Lopetegui, quien no pudo haber empezado de peor manera su era en el banquillo del Madrid. (Pagaría por ver el rictus fastidiado de Florentino al finalizar el partido y al toparse con alguno de los tantos memes con que ridiculizaron a su empresa de línea blanca de fútbol.)

El broche de oro de esa feliz jornada lo puso la lluvia que nos regaló un Dios para sellar nuestra reconciliación con otro dios, el dios redondo.