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¿Depresión y ansiedad en la universidad?

¿Depresión y ansiedad en la universidad?
Al principio de este año, este era un tema que me atraía muy poco, desde mi punto de vista era inexistente. Yo nací en una generación en la que solo el fuerte sobrevive y no había tiempo para lamentos ni lágrimas, todo tenía su momento y espacio, simplemente era cuestión de ser organizado para que tuvieras éxito en la universidad: el que puede, puede.

Sin embargo, este siglo acompaña el nacimiento de una generación nueva, la “cibergeneración”, cuya sensibilidad y resiliencia a la frustración son completamente distintas. Bajo esta premisa, decidí averiguar más sobre el tema. Resulta que la ansiedad y la depresión son los problemas de salud mental con mayor incidencia y prevalencia entre la población joven y constituyen la primera causa de discapacidad y pérdida de productividad en el mundo. Es más, la OMS calcula que en 2020 la depresión será la primera, por delante de cualquier otra enfermedad física.

De acuerdo con el Observatorio Universidad y Discapacidad (2013), los estudios sobre la repercusión de la salud mental en el ámbito universitario son escasos, lo que hace difícil conocer qué tipo de personas con discapacidad por causa mental acceden o superan con éxito esta etapa educativa. La universidad puede generar para todas las personas, especialmente las con trastornos mentales, tanto factores protectores (de apoyo y refuerzo) como factores desencadenantes (estresores) que condicionan la aparición, el control o la intensidad del malestar psicológico.

Sumado a esto, las actividades y eventos de la vida académica suponen para los estudiantes universitarios importantes demandas, capaces de generar diferentes conflictos que, si no son adecuadamente gestionados, se transforman en una fuente de estrés. Muñoz (2004) propone que hay tres grandes grupos de estresores académicos, que potencialmente afectan a los estudiantes de los distintos cursos de la formación universitaria: 1) los relacionados con los procesos de evaluación; 2) los que atañen a la sobrecarga de trabajo, y 3) otras condiciones del proceso de enseñanza-aprendizaje, como las relaciones sociales (relaciones profesor-estudiante y entre compañeros), la metodología de la enseñanza y diversos componentes organizacionales (inadecuación de los planes de estudio, problemas de horarios, solapamiento de programas, escasa participación del estudiantado en la gestión y la toma de decisiones y la masificación).

Parece bastante evidente que todo lo relacionado con la evaluación va a condicionar de manera importante el acceso a determinadas opciones formativas, así como a las oportunidades ocupacionales en el futuro. De hecho, una buena parte de la investigación sobre el estrés de los estudiantes universitarios ha estudiado su relación con los procesos de evaluación. La realidad es que los estudiantes le otorgan una elevada importancia, con el consiguiente potencial inductor de altos grados de estrés, así, todo lo relativo a las pruebas y exámenes a los que los estudiantes deben enfrentarse representan un tipo crítico de situaciones de estrés.

La Universidad Católica Boliviana San Pablo es una de las primeras que avanza hacia una verdadera inclusión de personas con discapacidad (incluidos los trastornos mentales reactivos). Aún hay mucho que trabajar, pero todo parte por reconocer el problema.