Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 14:17

La brecha comercial se acorta

Ventas. Lo ideal sería alcanzar las cifras del primer semestre de hace cuatro años, para que nuestra balanza comercial sea más positiva que negativa.<BR>
La brecha comercial se acorta
La brecha entre la importación y exportación de productos parece achicarse, lo cual no deja de ser interesante para la economía boliviana. El último informe del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) nos muestra que la exportación de productos nacionales, en el primer semestre de este año, alcanzó a 4.469 millones de dólares, mientras las importaciones sumaron 4.629 millones.

Si tomamos ambas cifras, veremos que si bien las importaciones siguen siendo mayores que las ventas de nuestros productos al mercado externo, la diferencia no es tan significativa como se registró en similar periodo de la gestión 2017. En la actual, tan solo hay un saldo de 160 millones.

De acuerdo al mismo documento, en el semestre de la gestión pasada las compras llegaron a 4.429 millones de dólares, mientras que las exportaciones apenas a 3.622 millones, existiendo una diferencia de 807 millones.

Si vemos los primeros seis meses de 2016, observaremos que la brecha también fue amplia. Como país vendimos por un valor de 3.370 millones de dólares y compramos productos por 4.088 millones de dólares.

El único semestre que vendimos más que lo que compramos fue en 2014, cuando las exportaciones llegaron a 6.602 millones de dólares, mientras que las importaciones a 4.829 millones de dólares.

Lo ideal sería alcanzar las cifras del semestre de hace cuatro años, para que nuestra balanza comercial sea más positiva que negativa.

De todas maneras, los montos reportados en los seis meses de esta gestión no dejan de ser llamativos, si principalmente miramos las ventas obtenidas en el mercado exterior.

Ahora bien, si comparamos la exportación de nuestros productos con el semestre solo de la gestión pasada, también advertimos un interesante repunte en este año.

Según el IBCE, de enero a junio de 2017 la comercialización de productos en el exterior llegó a 3.622 millones de dólares, frente al actual de 4.469 millones. Haciendo una comparación, encontramos una diferencia de 847 millones de dólares, 23 por ciento más.

Si tomamos en cuenta las exportaciones no tradicionales, aquellas que tienen valor agregado, lamentablemente estas no dejan de ser menores frente a las tradicionales (gas y otros hidrocarburos, además de minerales).

Durante los primeros seis meses de este año, las ventas de productos no tradicionales apenas alcanzaron a 885 millones de dólares, un tanto mayor a las de similar periodo de 2017, cuando se reportaron 704 millones.

En tanto, este año las tradicionales llegaron a 3.584 millones de dólares, 667 millones más que en la gestión pasada cuando se registraron 2.917 millones de dólares.

Todo esto, nuevamente nos muestra que necesitamos trabajar arduamente para que los productos no tradicionales como la castaña, la quinua, el azúcar, las confecciones textiles, el café, los cueros, entre otros, sigan creciendo.

La soya y sus derivados no han dejado de ser uno de los productos de mayor exportación, que entre enero y junio alcanzaron ventas por un valor de 427 millones, reportando un crecimiento comparado con 2017 de 37 por ciento . Lo mismo sucedió con la castaña, producto que se comercializó por 115 millones o las maderas que sumaron 23 millones.

No podemos decir lo mismo de las confecciones textiles que están en franca caída y cuyas ventas solo llegaron a 1.9 millones de dólares, 13 por ciento menos que en el semestre del año pasado cuando se logró exportar por 2,2 millones. Similar situación ocurrió con la leche, que cayó en 37 por ciento . A estos productos le siguen el cacao con una disminución de 9 por ciento , el café con 6 por ciento , los cueros con 28 por ciento , el girasol y sus derivados con 11 por ciento , entre otros.

En ese sentido, urge que el Gobierno ponga mayor atención al sector exportador para evitar resultados que, a futuro, pueden ser lamentables.