Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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OJO DE  VIDRIO

Urcupiña

Durante la colonia fue creado el templo de San Ildefonso, que seguramente no tenía la prestancia actual. Fue Luis López, Obispo de Quito, el fundador del templo, enviado por el Virrey Toledo para arreglar el incordio que había sido ocasionado por el despojo sistemático de tierras a los propietarios de los valles cochabambinos, los cuales no reclamaban la tierra para sí, sino para sus comunidades. López vio que la comunidad más afectada era la del Valle Bajo, o sea Quillacollo, y quiso recompensar el despojo construyendo el templo, tal como lo muestran los documentos consultados por Raimundo Schramm, autor del libro “Pocona y Pojo”, de Editorial Plural. Los distritos mencionados suelen sonar lejanos de Quillacollo, pero muchas comunidades de ellos, así como del altiplano, eran propietarias de esas tierras en un régimen de archipiélago, según el cual había control vertical sobre un máximo de pisos ecológicos, en lo cual están de acuerdo los investigadores.

Circulan leyendas sobre el origen de la fiesta, pero repiten las historias de Lourdes y Luján: una pastorcita había encontrado a una hermosa mujer en la colina, que les dijo que era la Virgen. Pero, posiblemente el origen de la fiesta es distinto.

Cerca del templo de San Ildefonso había una colina sagrada, consagrada a la Pachamama, de la cual se extraía piedras para llevarse una vez al año y devolverlas como si fueran pedazos de la tierra, porque la colina estaba consagrada a la Pachamama. Esta tradición fue heredada por el culto a la Virgen de Urcupiña y hoy tiene doble bendición: la de la Iglesia y la del sacerdocio originario, que bendice y ch’alla esas piedras.

En 1972, muchas cruceñas y cruceños se vinieron a Quillacollo para conmemorar la fiesta de la Virgencita, que a diferencia de la de Lourdes o la de Luján, no curaba enfermos, sino servía para prestarse platita y devolverla una vez comprado el terrenito o el micro público. En términos seculares diríamos que la Virgen no atendía el ministerio de salud, pero sí el de finanzas, transportes y propiedad de la tierra. Para ello, era de rigor visitar la cantera aneja al Santuario del Calvario, donde la gente pugnaba por llevarse rocas usando combo: si la roca era grande, el préstamo también; y había que devolverlo al año siguiente.

No vamos a abrir un debate sobre el origen de la fiesta, porque nos interesa más bien la religiosidad popular nunca negada en todo este tiempo que abarca siglos. Primero habría sido la Pachamama, según los investigadores; luego la Virgen de Urcupiña, y por fin la Fiesta de la Integración Nacional.