PATRIMONIO CULTURAL
Educación intercultural
12 de agosto de 2018 (19:24 h.)
Se considera educación intercultural cuando se da la interacción entre dos o más culturas de forma horizontal y beneficia a la integración y relación armónica de todos sus miembros. El contexto local está compuesto por diversas realidades que presentan distintos niveles de dificultad. Practicar una educación intercultural puede cooperar a contar con soluciones pertinentes a conflictos en un medio tan complejo como el que tenemos. A continuación, citamos algunos aspectos a considerar:
“Puesta en valor de los saberes ancestrales y del patrimonio colectivo”, implica aceptar que nuestra existencia está vinculada a la historia e identidad de la comunidad a la que pertenecemos, reconociendo, aceptando y apropiándose del patrimonio cultural material e inmaterial que se tiene como la herencia más valiosa y auténtica que se debe preservar, defender y promover.
“Protección del medioambiente”, conocer el hábitat contribuye a su conservación, cambiando hábitos que dañan el medioambiente por otros que lo protegen.
“Aprendizaje holístico o educación integral”, respetar la identidad de cada persona, asumiendo que posee un significado y sentido de su vida a través de la relación social con su comunidad; bajo los principios de interdependencia, diversidad, sostenibilidad y otros. La persona reconoce su entorno como una compleja red de relaciones entre distintas partes componentes de un todo global y eso le permite adaptarse a nuevas realidades y adquirir práctica para resolver conflictos individuales o de grupo.
“Inclusividad, equidad y comunicación”, promueve el buen trato y facilita a las relaciones humanas.
“Prevención de la violencia”, implica incentivar la convivencia entre personas en base al respeto y la tolerancia.
“Fomentar la interdisciplinariedad”, permite que personas de distintas áreas de conocimiento conformen equipos de trabajo como la mejor opción para solucionar problemas.
“Promover el respeto y la solidaridad”, como las actitudes más nobles que fortalecen la construcción de comunidad.
Una parte importante de la formación de nuevas generaciones está en manos de los maestros, una labor digna, pero a la vez compleja por las muchas responsabilidades que implica.
La otra parte está en manos de todos nosotros, de hombres y mujeres, que tenemos la obligación de protagonizar desde donde nos encontremos la proyección de un mejor futuro de beneficio colectivo, en el que se respete la individualidad cultural de sus miembros.
“Puesta en valor de los saberes ancestrales y del patrimonio colectivo”, implica aceptar que nuestra existencia está vinculada a la historia e identidad de la comunidad a la que pertenecemos, reconociendo, aceptando y apropiándose del patrimonio cultural material e inmaterial que se tiene como la herencia más valiosa y auténtica que se debe preservar, defender y promover.
“Protección del medioambiente”, conocer el hábitat contribuye a su conservación, cambiando hábitos que dañan el medioambiente por otros que lo protegen.
“Aprendizaje holístico o educación integral”, respetar la identidad de cada persona, asumiendo que posee un significado y sentido de su vida a través de la relación social con su comunidad; bajo los principios de interdependencia, diversidad, sostenibilidad y otros. La persona reconoce su entorno como una compleja red de relaciones entre distintas partes componentes de un todo global y eso le permite adaptarse a nuevas realidades y adquirir práctica para resolver conflictos individuales o de grupo.
“Inclusividad, equidad y comunicación”, promueve el buen trato y facilita a las relaciones humanas.
“Prevención de la violencia”, implica incentivar la convivencia entre personas en base al respeto y la tolerancia.
“Fomentar la interdisciplinariedad”, permite que personas de distintas áreas de conocimiento conformen equipos de trabajo como la mejor opción para solucionar problemas.
“Promover el respeto y la solidaridad”, como las actitudes más nobles que fortalecen la construcción de comunidad.
Una parte importante de la formación de nuevas generaciones está en manos de los maestros, una labor digna, pero a la vez compleja por las muchas responsabilidades que implica.
La otra parte está en manos de todos nosotros, de hombres y mujeres, que tenemos la obligación de protagonizar desde donde nos encontremos la proyección de un mejor futuro de beneficio colectivo, en el que se respete la individualidad cultural de sus miembros.