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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Niños y cambio climático

Niños y cambio climático
Un reciente estudio de la escuela de Salud Pública Mailman y del Centro Médico Irving, de la Universidad de Columbia, afirma que los niños son más vulnerables a los efectos del cambio climático.

Uno de sus resultados señala que a causa de “sus diferencias anatómicas, cognitivas, inmunológicas y psicológicas, los niños y adolescentes son más vulnerables a eventos relacionados con el cambio climático como inundaciones, sequías y olas de calor que los adultos”.

Durante las olas de calor, según el estudio, es más probable que los niños sean afectados por enfermedades respiratorias, renales, desequilibrio electrolítico y fiebre. Por su pequeña estatura, los bebés y los niños son particularmente vulnerables a la deshidratación y al estrés por calor.

Además, los niños tienen un mayor riesgo de contraer enfermedades transmitidas por mosquitos como chikungunya y dengue, así como de leptospirosis a través del consumo de agua contaminada.

En el área rural, las sequías pueden tener un impacto significativo en el desarrollo infantil a través del aumento de la inseguridad alimentaria y los cambios en la dieta; y también contribuir a los conflictos y la migración forzada en entornos de escasos recursos, lo que aumenta la vulnerabilidad de los niños a una amplia gama de problemas de salud.

De alguna manera, todo lo que señala el estudio lo hemos visto en el país durante y después de eventos extremos como las inundaciones y sequías por la presencia de los fenómenos de El Niño y La Niña, en la última década.

El estudio de la escuela de Salud Pública Mailman y del Centro Médico Irving plantea tres propuestas para abordar las necesidades específicas de los niños que enfrentan desastres relacionados con el cambio climático.

1. Establecer un consorcio internacional de expertos para desarrollar protocolos de conducta y médicos, establecer agendas de investigación para abordar las necesidades específicas no satisfechas de los niños que surgen de los desastres naturales relacionados con el clima.

2. Desarrollar guías de mejores prácticas frente a eventos relacionados con el cambio climático que incorpore estrategias para atender las necesidades de los niños.

3. Los mecanismos del fondo diseñados para ayudar a las naciones más vulnerables a prepararse y responder a los desastres relacionados con el clima deben considerar la posibilidad de financiar el desarrollo de respuestas que aborden específicamente las necesidades insatisfechas de la salud de los niños. El panorama de enfrentar o disminuir el impacto del cambio climático en los niños es desalentador si tomamos en cuenta las tres propuestas de los investigadores porque las acciones deben provenir del Estado. Pero no es imposible.

Existen proyectos que se están ejecutando en el país, pequeños, pero significativos que pueden ser replicados a nivel nacional. En las comunidades campesinas Cruzani y Laphia, ubicadas dentro del Parque Nacional Carrasco (Cochabamba) conformaron su Organismo de Gestión de Cuencas con cuya actividad están protegiendo y conservando la cuenca y, por ende, el agua que consumen y usan para el riego de sus sembradíos.

Lo más importante es que los niños y niñas de estas comunidades replican el Organismo de Gestión de Cuencas en sus escuelas y están involucrados en todo el proceso del cuidado del agua. Ya saben cómo ser resilientes al cambio climático.