Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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COLECTIVO TELARTES

Participación, base de una cultura transformadora

Participación, base de una cultura transformadora
La sociedad civil organizada de Bolivia, luego de varios encuentros y congresos entre 2012 y 2016 define 11 principios “irrenunciables” que buscan establecer las bases políticas que permitan impulsar un cambio en la relación (hasta ahora en estado casi terminal) entre Estado y sociedad civil. Entre ellos, el segundo, es uno clave que sin su aplicación ningún horizonte de cambio es posible ya que plantea “promover la gestión cultural participativa en corresponsabilidad con la sociedad civil organizada, a través de mecanismos participativos y transparentes". Pese a su brevedad, no solo es la base para la definición de políticas como tal, sino que comprende al sustento mismo de la democracia (participación) y de la corresponsabilidad en la gestión del desarrollo transformador (gestión participativa).

Sin embargo, todos sabemos que la democracia aún no es tan participativa como debiera y la gestión del desarrollo tampoco. Lo que implica que la construcción de una verdadera ciudadanía debe aún pasar por nuevas fases de democratización que estén iluminadas por este principio.

En el sector cultural, casi todas las experiencias de participación ciudadana (consejos departamentales, municipales y otros) están en un limbo y no tienen la incidencia en políticas como debiera ser. La sociedad civil, al margen de estas instancias, ha trabajado con resultados poco alentadores: aún no se ha promulgado la Ley del Cine, menos la Ley de Culturas; por ahí anda la Ley del Artista; la de Espacios Culturales está en la sombra, etc. La única ley que marca un horizonte a seguir es la Ley Municipal de Culturas de La Paz. Lo que nos da una pauta de que construir política cultural con participación ciudadana es posible. Sin embargo, en una mayoría de los municipios de Bolivia este paso está aún muy lejos y la tendencia es el camino contrario: decisión unilateral y a dedo para todo, no participación ciudadana (sino a conveniencia y obviamente menos “gestión cultural participativa”) y tijera para reducir, recortar, y borrar.

Por ello es que un cambio solo será una realidad si los diferentes niveles del Estado cambian (como La Paz) su relación con la sociedad civil y entre ambos, de manera seria y consensuada se hace efectivo este segundo principio irrenunciable. Pero esto también depende de mayor compromiso y unidad en el sector cultural pues la recuperación, fortalecimiento y creación de instancias participativas es fundamental si queremos dar un salto cualitativo para contribuir de manera profunda a una transformación social desde las culturas.