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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Crisis migratorias, la amenaza de un racismo que crece

Crisis migratorias, la amenaza de un racismo que crece
Poblaciones como la de Japón o los países de Europa envejecen cada año, y solo el 3,5 por ciento de las personas del mundo viven en un país diferente al que nacieron: la crisis mundial no es migratoria sino humanitaria, producto del racismo creciente en los países desarrollados.

"El desafío migratorio", "El drama de las migraciones", "La crisis migratoria", son algunos titulares que dan cuenta de la preocupación generalizada sobre esta cuestión.

Una de las primeras observaciones a tener en cuenta es la del verdadero volumen de estos movimientos de población. Actualmente solo el 3,5 por ciento de las personas viven en un país diferente al que nacieron, un 1 por ciento mayor al de hace 50 años, y la mitad del porcentaje que se registraba a principios del siglo XX.

Asimismo, en dos de los lugares de mayor preocupación sobre el tema, Europa y los Estados Unidos, las migraciones han disminuido permanentemente en los últimos años.

En los Estados Unidos se ha registrado una baja de inmigración irregular, pasando de 418.816 arrestos en 2016 a 287.637, en 2017. Sólo el 34 por ciento de la migración mundial es del sur al norte, la mayoría está en países de su región.

El 86 por ciento de los refugiados está en países en desarrollo. El millón de refugiados que llegó a Europa en 2015 equivalía al 0,2 por ciento de la población europea, de 508 millones.

Por otra parte, ya desde la década de 1990, Japón y algunos países desarrollados de Europa comenzaron a preocuparse por la declinación y el envejecimiento de su población que se pronosticaba para los siguientes 50 años. La migración como “población de reemplazo” comenzó a ser centro de preocupación. Según cálculos de las Naciones Unidas, en el caso de la Unión Europea, la población requerida para mantener el coeficiente entre la proporción de población en edad activa (15 a 64 años) y la población de tercera edad (65 años y más) alcanzaría un total de 13 millones anuales de migrantes.

Aún teniendo en cuenta este panorama, las migraciones son vistas cada vez más como una crisis, cuando en realidad lo que se observa es una “crisis de humanitaria frente a las migraciones”. El indicador principal de dicha crisis es el del avance de la restricción del movimiento de las personas por sobre la cooperación para el desarrollo de los países de origen o la desactivación de los conflictos violentos, en muchos de los cuales han tenido injerencia directa países que ahora se niegan a recibir a las víctimas de los mismos.

Esta perspectiva securitista se expresa en la multiplicación de los “centros de detención”, ”de retorno”, ”de tránsito” destinados a internar a los migrantes en los lugares de llegada; el incremento de muros y vallas fronterizas (que superan los 18.000 km en el mundo); la "externalización" del control migratorio, que se manifiesta en la transferencia de fondos destinados al reforzamiento de controles y equipamiento militar para frenar las migraciones en países de origen o de tránsito, llegando en casos como el de Libia al financiamiento de mafias costeras; la prohibición de circulación, desembarco y abastecimiento de las naves rescatistas de ONG en el Mediterráneo; o incluso propuestas imaginativas como las de Dinamarca, que para frenar la ola migratoria desde África, mandó anticonceptivos por valor de 15 millones de dólares con el objetivo de controlar la natalidad (...)