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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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DESDE AFUERA

Momento para la eutanasia

Momento para la eutanasia
Hace poco más de un año entraba en la agenda política de la mano del grupo parlamentario Unidos Podemos una proposición de ley sobre la regulación de la eutanasia que, aunque rechazada en aquel momento, tuvo la virtud de introducirla en el debate político español, algo que ya entonces había sido reclamado nada menos que por siete parlamentos autonómicos.

El tema ha sido retomado recientemente al aceptarse una proposición de ley del Parlamento de Cataluña para reformar el código penal y despenalizar la eutanasia y el suicidio asistido, que esta vez parece contar con mayoría parlamentaria y voluntad gubernamental, dos requisitos imprescindibles para que prospere al fin una iniciativa que cuenta con el dudoso mérito de haber sido rechazada previamente en el Congreso hasta en 16 ocasiones.

Su trayectoria parlamentaria puede ser larga y quizás accidentada en una minilegislatura con mucha iniciativa y poco tiempo, pero, salga adelante o no, pone sobre la mesa un tema fundamental como es el buen morir, que muchos consideramos un derecho fundamental e inalienable, en el que tanto el estado como los responsables religiosos deberían colaborar o al menos interferir lo menos posible con quienes quisieran ejercerlo.

El anuncio de esta futura ley ha levantado opiniones contrapuestas, como no podía ser menos, lo que hace prever un debate enconado. La Organización Médica Colegial se ha pronunciado en contra, aunque uno de sus principales argumentos, las deficiencias e inequidad en los cuidados paliativos que reciben los españoles en sus últimas etapas de la vida (totalmente cierto), no parece que sea algo que afecte al deseo ni en mi opinión al legítimo derecho de determinados enfermos de acabar con su vida.

También se ha puesto sobre la mesa el concepto de la "pendiente deslizante" ("slippering slope"), que plantea el temor de que una vez introducida la práctica de la eutanasia esta se acabe aplicando de manera indiscriminada a un extenso número de enfermos, un hecho no verificado hasta ahora en ninguno de los seis países en los que está legalizada.

En todo caso, otras organizaciones médicas, como el Colegio de Barcelona se han mostrado más eclécticas, animando al debate sobre el tema al que en absoluto se oponen, aunque hacen hincapié en el déficit de paliativos antes comentado y añaden un punto fundamental: no se trata solo de un asunto médico (que por supuesto también), sino sobre todo social y político y es a estas instancias a quien corresponde decidir tras los necesarios debates.

Al tratar este tema, es necesario insistir en que no estamos hablando de conceptos que pudieran confundirse si no se conocen a fondo: ni la limitación del esfuerzo terapéutico ni la sedación terminal son formas de eutanasia, sino algo habitual e integrado en la atención médica del final de la vida dentro de una buena práctica clínica.

El rechazo de tratamientos y soportes vitales, cuyo fin es reducir el sufrimiento en los momento finales de la vida aunque puedan acortarla en horas o días, están recogidos desde 2002 en la Ley de Autonomía del paciente y en absoluto pueden considerarse eutanasia.

El término eutanasia pasiva, que a veces se ha usado para referirse a estas prácticas, es del todo incorrecto. La eutanasia es siempre activa por causar directamente la muerte, o por facilitar los medios (...).

 Tomado de la agencia EFE