Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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CIUDAD SUSTENTABLE

Plantas de tratamiento y aguas residuales

Plantas de tratamiento y aguas residuales
Desde hace décadas, el otrora “río rocha turbión pinta tu hermoso verdor” se ha venido transformando en una gran alcantarilla urbana a cielo abierto. Se admite sin desparpajos que la principal fuente de contaminación del río Rocha son las descargas de alcantarillas domiciliarias desde Sacaba hasta Sipe Sipe; seguida de las descargas de los desechos industriales, de los lavaderos, botaderos y mataderos (algunos de ellos ilegales y clandestinos).

La solución está contenida en el Plan Maestro Metropolitano de Agua y Saneamiento de CochabambaBolivia, donde se prevé la construcción de más de diez Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), en diferentes lugares “propuestos” de la región metropolitana.

Llegado el momento de hacer las gestiones para materializar estas estratégicas obras, sorprende su inviabilidad por factores de orden espacial y social. Espacial, porque como todos sabemos, normalmente los asentamientos humanos han antecedido a la planificación urbana y si la había, la corrupción compartida ha permitido la consolidación del uso residencial en estas áreas, en desmedro de los futuros equipamientos comunitarios. El resultado es la carencia de espacios libres y adecuados a los requerimientos técnicos de la PTAR.

Por otro lado, surge la variable social que aparentemente fue subestimada; los vecinos y comunarios en estos lugares “propuestos” no quieren saber nada de la construcción en sus zonas de “lagunas sucias y hediondas”. La mayoría de la gente entiende que son algo parecido a la laguna de oxidación de Albarrancho (la misma que está colapsada desde hace mucho tiempo) que ha contaminado y degradado su medio ambiente circundante.

El tema es complicado. No se tienen antecedentes a favor para convencer a vecinos y comunarios, sobre la diferencia entre una PTAR y una laguna de acumulación como la de Albarrancho, la tecnología utilizada haría la diferencia.

Sea como fuere, no hay confianza en las autoridades ni en las explicaciones técnicas que se están dando. Los únicos referentes son la PTAR de El Abra en Sacaba, cuyo impacto es reducido (15 litros/segundo) y el inicio de obras para otra PTAR en Pucara, cuya negociación de aceptación la califican como difícil.

Lo cierto, es que aparentemente no hay una estrategia metropolitana para materializar tan fundamentales obras, hasta entonces la sociedad cochabambina se seguirá ahogando en su propia mugre.