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TESTIMONIOS Y DOCUMENTOS

Historias de crímenes de un presunto feminicida serial

Elías Calvimonte Vásquez fue denunciado por cuatro asesinatos de mujeres, pero se libró de tres procesos penales en 2007 y 2008. 
Historias de crímenes de un presunto feminicida serial





En menos de 0.56 segundos, el nombre de Elías Calvimonte Vásquez aparece en el buscador Google como el de un asesino serial boliviano, en noticias que datan desde 2008.

Ese nombre apareció en páginas de diarios en 2007, en 2008, en 2013 y, después de cinco años de silencio, en 2018, cuando la Policía lo capturó tras enterarse que había retornado de Argentina, a donde huyó en 2013, luego del feminicidio de la enfermera Verónica Arnez Salazar. Calvimonte no quiso hablar con los periodistas ninguna de las veces que cayó detenido.

Según una revisión hemerográfica de las notas periodísticas publicadas por OPINIÓN en 2008 y en 2013, por su renuencia a hablar de su vida, y de las acusaciones que pesaban en su contra, poco se sabía de Elías Calvimonte Vásquez.

Nació en Cochabamba el 23 de septiembre de 1987 y en dos meses cumplirá 31 años. Pobladores de Punata que conocían su historia aseguraron que su madre tuvo una gran influencia sobre él y que su muerte, un año y medio antes de que él empezara a atacar a las adolescentes mujeres, lo impactó muchísimo.

Los comunarios decían que Calvimonte le había confiado a algunos de ellos que su madre muerta “se le aparecía” y que no lograba superar el trauma. Decía que su familia era cristiana y alguna vez asistió a los cultos, pero “por tradición familiar”.

Estudió hasta cuarto de secundaria. Para sustentarse, tramitó una licencia de conducir y primero trabajó como chofer de la línea taxitrufis San Benito-Punata. Después se desempeñó como chofer de un taxi por el que pagaba una renta al dueño, pero en sus documentos aparecía como domiciliado en la zona de El Frutillar de Cochabamba.

En julio de 2008, fue presentado por la Policía como un peligroso asesino en serie de mujeres del Valle Alto. Según las ciencias criminológicas, los asesinos en serie tienen un modo de actuar especial, una “marca” personal que es dejada en sus víctimas y que puede ser el reflejo de aquello que lo motiva a matar.

En el caso de Elías Calvimonte, los investigadores policiales señalaron que su “marca” era asesinar a sus víctimas desfigurándoles el rostro y destrozándoles el cráneo con piedras grandes o con pedazos de bloques de cemento de los cordones de las aceras.

PRIMERA VÍCTIMA Este diario habló con Mario Orellana, el padre de la primera víctima. Él contó que el 24 de julio de 2007 llegó con su familia de Santa Cruz a la Perla del Valle. “Era martes de feria en Punata, estábamos ahí todos y mi hija Marianela Orellana Pozo, de 15 años, tenía los labios rajados por la sequedad del clima. Me pidió 2 bolivianos para comprar vaselina, se alejó por unos minutos y desapareció. La buscamos con desesperación”, recuerda consternado. Nueve días después, el cadáver de Marianela apareció con signos de violación, con el rostro y la cabeza destrozados, en Villa Rivero, Punata. Dos menores la habían visto irse con Elías Calvimonte de la feria.

SEGUNDA VÍCTIMA Seis meses después, el 17 de enero de 2008, Jessica Vía Villavicencio, de 17 años, fue hallada muerta con múltiples puñaladas, además del rostro y la cabeza destrozados con piedras, en el camino a Tiraque, a seis kilómetros del Cruce de Aguirre.

En este caso, las investigaciones revelaron que Jessica Vía fue enamorada de Elías Calvimonte y tenía un embarazo de ocho semanas. Una amiga de ella declaró a la Fiscalía que Elías estaba celoso porque le llegaron rumores de que Jessica estaba saliendo con otra persona. Calvimonte mandó a la misma amiga a llamar a Jessica para aclarar ese rumor. La vieron abordar el taxi de Elías y después apareció muerta, violada, con el rostro y el cráneo destrozados, pero también con 47 puñaladas y una inscripción en la espalda hecha con cuchillo: V.L. La Policía dijo que en principio se pensó que fue víctima de alguna pandilla con esas iniciales, pero las pesquisas posteriores apuntaron a Calvimonte, y a una intencionalidad deliberada de desviar las investigaciones hacia un grupo delictivo.

TERCERA VÍCTIMA El 21 de junio de 2008, otra quinceañera fue asesinada con piedras que le destrozaron la cabeza. Su cuerpo fue hallado en la zona de La Angostura. Su padre, que solo hablaba quechua, y era de condición socieconómica muy humilde, le dijo a los padres de las otras víctimas que unos niños vieron subir a su hija al taxi de Elías, pero estaba atemorizado, y no tenía recursos para contratar un abogado, por lo que prefirió abandonar el caso. La madre sería una panadera punateña, pero este dato no fue confirmado. Recién después de este crimen, Elías Calvimonte fue capturado por el “homicidio” de la segunda víctima, de Jessica Vía.

Un juez ordenó su detención preventiva en la cárcel de El Abra, pero solo permaneció preso cuatro meses.

CUARTA VÍCTIMA La enfermera Verónica Arnez Salazar, de 22 años, fue asesinada con el mismo modus operandi el 1 de junio de 2013: tenía el rostro desfigurado y el cráneo destrozado. La hallaron en la zona de El Frutillar, en el mismo sector donde vivía Elías Calvimonte. La joven trabajaba cuidando a una paciente en la casa de ella, pero los fines de semana iba a visitar a su madre en Paracaya, en el Valle Alto. Dos amigas suyas le presentaron a Elías Calvimonte, al que habían conocido como un taxista de confianza en la Feria Internacional Feicobol. Verónica y Elías se hicieron amigos y él se convirtió en el chofer que la llevaba los fines de semana a ver a su familia.

La familia desconoce si Elías estaba interesado en ella, pero Verónica tenía novio en la ciudad. Su hermana la vio con Elías y se preocupó porque sabía que él había sido denunciado por tres crímenes. Le advirtió a Verónica, pero ella le dijo que Elías era “buena gente”, y que no creía en esos rumores.

El 31 de mayo de 2013, Verónica salió con Elías. Llamó a su novio Edson para decirle que estaba con un amigo en un taxi, pero que no se preocupe porque estaría en su cuarto a las 22:30, y le pidió que la espere allí. Edson lo hizo, pero ella no llegó.

A la una de la madrugada, Verónica volvió a llamarlo, pero esta vez de un celular desconocido. La notó “mareada”, pero le dijo que se prestó un celular porque le quitaron el suyo, y que ya se estaba yendo a casa. Más tarde, Edson llamó al número del que su novia le había marcado, y le contestó un hombre que se identificó como José. Le explicó que solo le prestó una llamada a la joven en una fiesta, pero luego no la vio más.

Después se supo que ese número telefónico le pertenecía a Elías Calvimonte. Verónica fue hallada sin vida el 1 de junio y la Policía empezó a investigar. El 3 de junio, Calvimonte le devolvió el taxi que manejaba a su propietario y renunció al trabajo argumentando que le ofrecieron un empleo en Chapare. El dueño del carro se fijó en que el carro estaba “demasiado limpio” y nunca antes Elías lo había entregado así.

Poco después se enteró de que era sospechoso de matar a la enfermera y entregó su auto para que lo revisaran. A pesar del esfuerzo en la limpieza, las pruebas de luminol hallaron sangre dentro del vehículo. Sin embargo, Elías Calvimonte logró darse a la fuga a Argentina. Tras cinco años retornó a la Llajta, y fue capturado por policías de Inteligencia el lunes 9 de julio. Un juzgado cautelar que conoció el caso de Verónica Arnez, y ya lo había declarado “en rebeldía” por no presentarse a declarar en 2013, lo envió con detención preventiva al penal El Abra, y fijó fecha de juicio oral para el próximo 20 de julio. Sus abogados son Pablo Stambuk y Martín Luján.

Las víctimas



4

Mujeres fueron asesinadas. Una en Cercado y otras tres en el Valle Alto. En los cuatro casos, el único sospechoso fue Elías Calvimonte Vásquez.

En un caso fue sobreseído por la Fiscalía; en otro fue absuelto de pena y culpa por los jueces debido a que las pruebas extraídas de los cadáveres nunca fueron comparadas con el ADN del sospechoso.



2 procesos “se cayeron” por la “negligencia” de un fiscal. 

Padre: “Elías fue sobreseído y absuelto antes por negligencia”

¿Qué ocurrió con los crímenes de Marianela Orellana Pozo y de Jessica Vía, por los que había sido acusado Elías Calvimonte? Mario Orellana, el padre de la primera víctima, explicó que ambos casos “se cayeron debido a la negligencia de fiscales y de algunos investigadores policiales”.

El fiscal asignado al Valle Alto, entre 2007 y 2008, fue Elmer Villarroel. Él atendió los crímenes de Marianela y Jessica. Y debía enviar las muestras de sangre halladas en el auto que manejaba Elías, “además de las muestras extraídas a nuestras hijas violadas, al Instituto de Investigaciones Forenses para hallar el ADN de Calvimonte”. “Pero, cuando viajé a La Paz a ver qué pasaba con los resultados, me enteré que el fiscal mandó las muestras, pero sin ningún requerimiento, es decir no especificó qué debían buscar ni pidió la comparación con el ADN de Calvimonte. Con eso nos mató porque los plazos se cumplieron sin esas pruebas”, relató. Una masiva marcha de protesta en el Valle Alto logró que el fiscal Villarroel sea cambiado. En el caso de Marianela, el fiscal Marco Vidal Chaya, emitió un sobreseimiento en favor de Calvimonte, por falta de pruebas científicas que lo inculpen. En el caso de Jessica Vía, la fiscal Anawella Tórrez llevó a juicio al acusado en 2010. Por razones que se desconocen, los testigos vitales que aseguraban que Jessica había sido llamada por Elías, y que la vieron subir a su carro antes de ser asesinada, no se presentaron en el juicio.

Cuando los jueces le dieron la palabra, Elías Calvimonte aceptó hablar y aditió que Jessica Vía fue su enamorada por un mes y medio en 2007, pero alegó que la relación se terminó cuando descubrió que tenía parentesco con ella, pues era su sobrina. Agregó que no tenía motivos para matarla y que no la vio el 16 y 17 de enero, porque trabajó desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche en una línea de transporte.

La fiscal Torrez hizo notar que en declaraciones anteriores, Calvimonte había admitido que sí se encontró con Jessica el día de su muerte. El 19 de marzo de 2010, los jueces del Tribunal 1 Lineth Tapia y Juan Luis Ledezma argumentaron que ningún acusado está obligado a incriminarse en juicio; que tanto testigos como investigadores policiales no fueron al juicio a brindar detalles vitales sobre su pesquisa; y que las pruebas presentadas por la Fiscalía eran insuficientes porque no vinculaban a Elías Calvimonte con el homicidio ni con la violación, por lo que emitieron una sentencia que lo absolvía de pena y culpa en el caso.

Destruir rostro femenino, una forma de castigo

¿Qué características son propias de un asesino serial? Si bien cada ser humano tiene particularidades innatas, existen rasgos generales que permiten entender mejor el carácter de “serial”, explica la psicóloga clínica forense del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) de Cochabamba, Lorena Cox.

El modus operandi” o “la marca” de un asesino al matar a sus víctimas de una misma manera ya es una señal de que el acusado ha desarrollado una peligrosidad criminal o un riesgo social que se traduce en la posibilidad futura de la reincidencia del delito. “Estas personas ya han cometido crímenes y, al hacerlo, ya han creado mapas mentales en los que tienen una manera de abordar a sus víctimas y de llevarlas a una situación de vunerabilidad para matarlas”.

Para empezar, el hecho de que hayan al menos cuatro víctimas mujeres, asesinadas de la misma manera, habla de que el criminal es un feminicida que puede incurrir en el feminicidio íntimo (cuando conoce a la mujer), como en el feminicidio no íntimo (cuando no la conoce). Este tipo de criminales desarrolla, a lo largo de su vida, delirios, obsesiones y engaños en torno a ideas de referencia en el área sexual. “Y este es el punto que detona su comportamiento. La insuficiencia sexual, como producto de una inestabilidad emocional importante por traumas vividos, les genera inseguridad, ansiedad, miedo y dependencia. Por ello, con sus víctimas necesitan mostrarse poderosos, usan lenguaje ofensivo, violento”, describió Cox.

Además, los asesinos en serie intelectualizan la vida y desarrollan una frialdad afectiva o afectividad plana. No muestran sentimientos de incomodidad al ser confrontados con los detalles de sus crímenes, son tercos, narcisistas, egocéntricos y pueden consumir alcohol, drogas, o no.

En relación a la intencionalidad de desfigurar el rostro femenino, y destrozar sus cabezas, el origen de este comportamiento podría estar relacionado con un desorden y confusión sexual. “Ese desorden estávinculado con lo fisiológico, con la cara, con el rostro, con lo estético. Él podría tener rasgos de afeminamiento que motivan la forma en la que mata, y que puede intentar esconder formando una familia”.

DESTRUIR EL ROSTRO Según la psicóloga, que tiene maestría en Medicina Legal y Ciencias Policiales, un feminicida serial tiene ideas obsesivas respecto al comportamiento femenino. “Debe tener ideas sobre cómo debe comportarse una mujer y, cuando alguna no lo hace de acuerdo a la idealización que ha formado en su mente, la castiga. Y decide castigarlas en aquello que las hace femeninas, como es el rostro, o su sexualidad. Puede matarlas porque, desde su óptica, no se comportan de manera femenina o porque cuando las contactó hicieron, o dijeron algo que las desvalorizó ante su mirada, y por ello decide castigarlas matándolas”, señaló Lorena Cox.

Otra característica es que estos criminales han tenido una dependencia emocional de sus madres muy fuerte. El papel que ha tenido la primera mujer en sus vidas es determinante.

“Cuando la madre ha sido dominante y cruel, o por el contrario ha estado muy ausente, estos hombres crecen con mucha rabia y rechazo a la posición femenina”, advierte la experta.

Y pueden desarrollar una personalidad limítrofe entre la psicopatía y el sicoticismo. Cuidan lo que dicen y su imagen ante la sociedad, pero a solas fantasean y recrean mentalmente sus delitos, los planifican sabiendo que está mal lo que hacen. “Puede ser ensismismado, pero a la vez es agresivo cuando detecta comportamientos femeninos que cree tiene el derecho de castigar”.

36 asesinos seriales

cuyos perfiles fueron analizados en una vasta bibliografía eran sexualmente incompetentes por haber sido víctimas de abusos sexuales o de episodios de gran violencia en su niñez que los marcaron.