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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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DIOS ES REDONDO

Se va Hazard, uno de los nuestros

Se va Hazard, uno de los nuestros
Se va Bélgica. Y con ella, una generación dorada de jugadores, los Courtois, De Bruyne, Hazard, Lukaku, que se quedó nuevamente sin ningún título que coronara su arte en la cancha, uno de los más dignos de ver de la última década. Ya en Brasil habían sucumbido en cuartos ante la Argentina que llegó a la final. (Quién sabe si esa es la suerte que les espera los franceses, que parecen tan encaminados a ganar su segundo Mundial.) Con la excepción de España y, en alguna medida, Argentina, Bélgica ha sido uno de los contadísimos equipos que ha intentado jugar por piso, creando jugadas, tocando con destreza, metiendo goles de media distancia, llegando hasta el arco contrario con claridad, aunque sin dejar de aprovechar su fortaleza aérea cuando así lo requería (como contra Japón).

Se va Bélgica. Y con ella, una posibilidad más de que la Copa se la lleve una selección que aún no la ha ganado (nos queda Croacia). Lo que venían haciendo los dirigidos por Roberto Martínez parecía desmentir el axioma ese que nos sabemos todos los futboleros: que los grandes títulos, sobre todo los mundiales, los ganan los mismos poderosos de siempre (Brasil, Alemania, Italia…), los que, aun sin ser los mejores, imponen sus camisetas.

Se va Bélgica. Y con ella, uno de los últimos 10 del fútbol de la vieja escuela: Eden Hazard. Un volante habilidoso, que gambetea con elegancia, arrastra marca con impudicia, impone cadencia al juego con sus controles de balón, mete pases de ensueño, patea con precisión de media distancia, hace lujos con una naturalidad que abruma. Uno de esos jugadores que da gusto ver hasta cuando sufren faltas y caen con decoroso estrépito. Un futbolista de la vieja estirpe, de esos que se están extinguiendo, que no dependen de su envergadura física, sino que la transgreden y nos devuelven la fe en el talento y la belleza como valores constitutivos del fútbol.

Se va Bélgica. Y con ella, una de las últimas reservas del tipo de balompié que amamos y parece tener cada vez menos lugar en los torneos de élite. Lo digo yo, que hinché a Francia desde el principio y que tengo más de una casaca con el gallo para ver la final, pero que he encontrado en seleccionados como Bélgica y Croacia lo que esperaba hallar en el equipo galo, el virtuosismo con la pelota que solían embanderar los franceses y, en particular, uno de esos 10 en extinción, un tal Zinedine Zidane.

Se va Bélgica. Y con ella, uno de los nuestros. Nos queda apenas uno más en Rusia: Modric. A ti nos encomendamos, Lukita. No nos falles.