Victoria Ferrufino viene desde Yapacaní a Cochabamba para deambular vendiendo tutumas en las calles céntricas de la ciudad.

Tiene 90 años y encontró en este negocio la única forma de captar recursos económicos para mantener a sus nueve nietos, el menor de cinco años.

A veces dormitando y otras solo ve pasar a la gente, se sienta en las aceras y expone su producto en el suelo. “Cuesta a 10, 7, 5 y 2 bolivianos. Son bonitas las tutumas”.

Cuenta que suele viajar alrededor de 120 kilómetros desde Yapacaní hasta Santa Cruz, al pueblo de San Pedro, para comprar las tutumas por mayor.

“Tal vez cuesta más en Santa Cruz, pero yo traigo aquí a Cochabamba (...). Tengo 90 años, ya no puedo hacer nada más, por eso manejo esto para vender”. Su único hijo murió hace unos cinco años y le dejó nueve nietos a su madre, entonces el menor tenía un mes de vida.

“Ahora ya tiene cinco años y está en el kínder. Pago 80 bolivianos y le mandamos en moto cada día. Es igualito a su papá”.

Explica que su nuera está enferma y no puede ayudarle mucho. No le quedó más que trabajar, pese a su edad y dificultad para desplazarse y viajar.

En Cochabamba, está por distintas calles del Casco Viejo, aunque frecuenta más la avenida Heroínas y la calle Antezana, donde dice que logra tener, a veces, más venta.

Estos días está en la ciudad y prevé irse a su pueblo el miércoles. Es una incógnita dónde pasa las noches. “Me quedó por la terminal nomas”.