Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Cochabamba en defensa del maíz

Cochabamba en defensa del maíz
El maíz es originario de América, está disperso en todo el mundo y ha contribuido a la alimentación de la humanidad. Del total de 260 razas de maíz descritas para América, 132 son originarias de la zona andina.

Bolivia es centro de origen de maíces y se afirma que en el país se han clasificado siete complejos raciales (alto andino, amazónico, perla, morocho, harinoso de los valles templados, pisankalla y cordillera), confirmando la gran riqueza y diversidad genética del maíz en nuestro territorio, especialmente en los valles interandinos, donde las familias campesinas cultivan maíz y es su principal sustento.

Actualmente, estamos en alerta por medidas que han viabilizado la introducción de maíz transgénico desde países vecinos, pues para paliar los efectos de la sequía, el 2 de agosto de 2016 se emitió el D.S.N° 2857 que facilitó la importación de maíz desde Argentina, donde la producción de maíz transgénico alcanza el 96 por ciento del total cultivado.

Actualmente, en comunidades del Chaco y Santa Cruz se vende y cultiva semilla de maíz transgénico.

El riesgo es aún mayor, porque la persistente presión de los empresarios del oriente para que el Gobierno autorice el uso de semillas transgénicas de maíz y otras parece tener acogida.

Freddy Suárez, presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), llamó a los productores a presentar una propuesta al Gobierno hasta el mes de marzo sobre semillas de soya, maíz, algodón y caña de azúcar: “Una vez presentadas las propuestas ante los organismos pertinentes sobre semillas de transgénicos, realizaremos reuniones para ver que en un plazo no mayor a 90 días se pueda tener humo blanco”, sostuvo.

Se trata de imponer un modelo económico de dependencia a las semillas, desarrolladas por las transnacionales, en detrimento de las variedades nativas, que contaminará las variedades nativas con genes foráneos, con consecuencias biológicas impredecibles. Estas variedades nativas fueron desarrolladas, mantenidas y atesoradas por nuestros pueblos por milenios, constituyendo un patrimonio alimentario y cultural.

Henry Bernstein afirma que el problema central con los transgénicos no reside en la tecnología en sí, sino en el control oligopólico que los capitales transnacionales ejercen sobre estos con el fin de subsumir la agricultura dentro de sus procesos de acumulación de capital.