Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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La danza y las urgencias legales

La danza y las urgencias legales
La danza construye subjetividad, aporta a la cultura, produce sentido. Así también las culturas, igual que las historias, constituyen modos de ser. El folclore y la folclorización, por el contrario, han servido históricamente para vaciar de contenido a las prácticas y representaciones existentes, neutralizar procesos y detener dinámicas que producen nuevos valores que podrían enfrentar los descomunales y nuevos desafíos en los que la destrucción del planeta y la vida nos ha situado.

Hace poco me invitaron a un simposio nacional sobre danza, organizado por el CIOFF-Bolivia, institución relacionada con el folclore y las artes tradicionales. Ahí me reinyecté de energía de las nuevas generaciones, su ansiedad por aprender, compartir, disfrutar y aportar al presente; pero me decepcioné de las mentalidades retrógradas, coloniales y del sentido cínico de autoridad, visible en las personas que lideraban el evento.

Escudados en la idea de “esencia”, discriminación y racismo, se ha utilizado el folclore como dispositivo adormecedor de las mentalidades jóvenes. Actitud que, de manera autoritaria, siguen practicando. Los miedos me invaden cuando sujetos de minorías discriminadas claman por las esencias de las cosas, en este caso de la danza, porque esa es la consecuencia extrema de la dominación de nuestras subjetividades, hasta el grado de impedirnos una identificación propia. De este modo, se logra que nuestro espejo nos muestre una imagen que no es la nuestra, que más bien es la que responde a las historias únicas, dominadoras y esencialistas, impuestas en el proceso colonial, lamentablemente, vivo todavía en nuestra cotidianidad y con mucha fuerza aún.

Estas urgencias también deben hacernos reflexionar acerca de una ley para las culturas. Al respecto, dicha ley: ¿deberá centrarse en el objeto de arte; es decir, en la mercancía, como quiere la modernidad capitalista?; ¿en el productor?; ¿en la esencia de las danzas como reclamaba la gerontocracia cínica y universalizadora en aquel simposio?; o, por el contrario, ¿debería servir para alentar la creatividad, romper las camisas de fuerza coloniales que nos reprimen y generar las condiciones para que aquellas producciones incentiven lo nuevo y logren aperturas hacia lo diverso, lo distinto y, además de la reproducción de la vida y su disfrute, generen mensajes que produzcan sentido e instalen procesos, para que a través de aquellas creaciones se constituyan nuevas subjetividades que puedan abrir horizontes de futuro desde las prácticas de los pueblos?