Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 05:26

PEZ ESPADA

El amor en tiempos de mochilas

El amor en tiempos de mochilas
La gente está cansada. Cansada de su trabajo, de su rutina, de su mundo. Existe una especie de agotamiento sentimental hacia los empresarios, los académicos y, especialmente, hacia los políticos. Un vaciamiento ideológico y de liderazgo que nos está convirtiendo a todos en zombis. Los medios de comunicación nos embrutecen con contenidos superficiales y banales y nos tienen atosigados con los “dimes y diretes”, lo que ocasiona que nuestros motivos de indignación se trasladen a la mesa del comedor, al escritorio de la oficina e inclusive a la cama.

Las familias se están dividiendo, los amigos se distancian, las parejas discuten por temas, que en sentido estricto son insignificantes. Por ello, buscamos paz cada vez más lejos. Viajamos enormes distancias para conectarnos con nosotros mismos y nos damos cuenta de que no podemos estar desconectados de las redes sociales.

Nos realizamos a través de las series de TV porque la monotonía nos está matando, postergando nuestra felicidad entre temporada y temporada. Saturados, agobiados y empachados de este hastío inexplicable, caminamos por la calle de la frustración.

Cualquier noticia nos hace destilar hasta el más primitivo odio, sin medir consecuencias. ¿Qué hacía la gente cuando no vivía bombardeada por tanta información? Pues, simplemente vivía. Disfrutaba del paisaje de retorno al hogar, conversaba con el tendero sobre fútbol, le tomaba la mano al abuelo en el parque. Si quedaba con alguien en un lugar y a una hora, se cumplía porque no había otra forma de ubicarse, hoy solo existen las excusas. Hemos pasado de tener la oportunidad de vivir conectados a distanciarnos como nunca antes. Nos concentramos en temas puntuales, descargamos contra la forma de pensar del otro, su forma de actuar, de vestir y hasta de hablar. Conocemos la vida de nuestros contactos, quizá más de lo necesario. Desechamos relaciones porque simplemente algo no nos gustó y punto. No sé si el secreto es apagar todo y desenchufarnos de esta realidad paralela. Desconectarnos para volvernos a conectar con el prójimo. Pero de lo que estoy seguro es que no estamos avanzando como especie, sino que vamos en sentido contrario de las otras que han aprendido a cuidarse, comunicarse e inclusive convivir en armonía, a pesar de sus diferencias naturales.