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  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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INNOVACIÓN Y FINANZAS

Potenciar las Empresas Sociales

Potenciar las Empresas Sociales
El Gobierno, este primero de mayo, promulgó la Ley de Empresas Sociales que señala: “Se entiende por empresa social aquella constituida por las trabajadoras y los trabajadores activos de una empresa privada que se encuentre en proceso de concurso preventivo, quiebra o liquidación; cerrada o abandonada de forma injustificada”. Por las declaraciones de los empresarios podemos advertir un rechazo rotundo a tales medidas porque crea un clima adverso para promover mayores inversiones y generar nuevos emprendimientos.

Hubiera sido diferente que el Gobierno dictara una ley para fomentar la creación y potenciamiento de aquellas Empresas Sociales que necesita nuestro país para contribuir a resolver problemas que aquejan a nuestra sociedad que van desde el desempleo juvenil, cuidado del medio ambiente, seguridad ciudadana, consumo juvenil de drogas y alcohol, salud, violencia de género y otros. Empresas nuevas que surjan con un principio diferente a la tradicional de generar solo riqueza, sino más bien para mejorar la calidad de vida de la sociedad y con repercusión ética en la economía. Como resume el Premio Nobel Muhammad Yunus, una empresa social es: “un negocio auto-sostenible sin pérdidas ni dividendos que aborda un objetivo social dentro de las normas del mercado actual”.

Los principios que las hacen diferentes, a una empresa tradicional, son: un objetivo que es superar o resolver un problema social y no la maximización de la riqueza; buscar la sostenibilidad económica y financiera; se reinvierten las ganancias para su expansión y mejora; no se otorgan dividendos, pero los inversionistas recuperan su capital original; son conscientes con el medio ambiente; los trabajadores perciben un salario acorde a los niveles del mercado y, lo más interesante, se trabaja con alegría por servir al prójimo.

A nivel mundial hay muchas empresas sociales que se han creado porque el sector público ha fracasado a la hora de plantear una solución a la problemática que padece algún colectivo de la sociedad. En Latinoamérica, por ejemplo, Yaqua es una empresa peruana de agua embotellada que dedica el 100 por ciento de sus beneficios a la implementación de sistemas de agua para el consumo en pequeñas comunidades que carecen de este servicio básico; Arbusta, empresa argentina que ofrece soluciones digitales al mundo corporativo generando empleo a mujeres y jóvenes en situación de vulnerabilidad social; Algramo, empresa chilena que ha desarrollado una red de dispensadores automáticos a granel para que la población de bajos recursos compre alimentos lo estrictamente necesario; Nobleza Obliga es una plataforma argentina de financiación colectiva que ayuda en tratamientos médicos, becas de estudio, etc para los más necesitados.

En nuestro país, hay algunas iniciativas dignas de ser reconocidas como empresas sociales. Por ejemplo: El Ceibo Ltda, nace como una cooperativa para beneficiar el cacao orgánico del norte de La Paz, brindando empleo a más de 1.200 productores y logrando productos de alta calidad con certificaciones internacionales y del Comercio Justo; Asarbolsem es una empresa social con reconocimientos internacionales por su trabajo en el Comercio Justo, en la lucha por la igualdad de género y empoderamiento de mujeres, está dedicada a la producción de prendas de vestir con lanas de camélidos para mercados internacionales y que genera empleo para cientos de mujeres indígenas y discapacitados; Coinapaca es una cooperativa de la Amazonia que beneficia la castaña desde el productor hasta la exportación a mercados internacionales, generando empleo a cientos de familias de Beni y Pando.

Potenciar el surgimiento de empresas sociales es una gran oportunidad que tenemos para desafiar el talento emprendedor, la reverencia por la vida y la solidaridad con los demás.