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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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El Carnaval de Puebla, un altavoz del inmigrante mexicano en EEUU

El Carnaval de Puebla, un altavoz del inmigrante mexicano en EEUU

Dos mexicanos hacen cábalas sobre el Mundial de fútbol en un humilde restaurante de Filadelfia. En la cuna de Estados Unidos, no es extraño escuchar el acento de quienes han convertido el Cinco de Mayo en una reivindicación sobre el papel de los inmigrantes en el país.

Haciendo gala de sus tradiciones, cultura y gastronomía, la comunidad mexicana tomó ayer las calles de Filadelfia, la primera capital de Estados Unidos entre 1790 y 1800, con el colorido Carnaval de Puebla, que recuerda la Batalla del Cinco de Mayo, hito histórico de México.

Como cada año, la combinación del baile desenfrenado y la abundante cerveza provoca que muchos terminen llenos de espuma de cebada en un desfile que genera asombro y simpatía al resto de habitantes de la ciudad, entre los que algunos se asoma tímidamente desde su ventana.
Este año no es uno más, ya que el curso pasado los coordinadores decidieron anularlo en señal de protesta y compromiso con el resto de la comunidad hispana ante el creciente miedo a la deportación y por la criminalización de los inmigrantes perpetrada por el presidente Donald Trump.

Reconvertido en símbolo del orgullo cultural de los inmigrantes, este carnaval recuerda la Batalla de Puebla, que el 5 de mayo de 1862 enfrentó a franceses y mexicanos, quienes terminaron logrando su primera victoria sobre una potencia invasora extranjera mejor preparada y armada.
Plagado de colorido, mosquetones, machetes y ropajes de la época, se alcanzó este domingo la undécima edición del evento al que también acompañan celebraciones en otras zonas de EE.UU.

"Que nos acepten como somos porque no somos criminales, como nos han tachado, sino que venimos a aportar a este país", argumenta a Efe David Piña, presidente de San Mateo Carnavalero, del comité organizador del festejo anual de Filadelfia.
Piña, que no deja de emitir en directo el pasacalles durante toda la mañana, llegó solo a Pensilvania en 1998, con 21 años y en busca de la vida que su país no le ofrecía. Veinte años después, este mexicano ha formado su familia, con cuatro hijos, en un país que -dice- siempre le ha abierto las puertas.

Pero si un elemento es intrínseco al carnaval es la fusión de culturas resultante de la propia batalla, un aspecto que se recupera para ensalzar la riqueza de la multiculturalidad, según destaca en una conversación con Efe Edgar Ramírez, quien llegó a EE.UU. como turista en 2005 para terminar quedándose.
Ese lazo intercultural, recuperado para el carnaval en la figura de un humilde soldado conocido como "zapador", no deja de verse durante todo el recorrido, en el que familias de diversos orígenes acompañan a los carnavaleros para imitar sus bailes y experimentar su disfrute.

Ramírez cree que es un momento perfecto para que sus vecinos conozcan sus celebraciones más allá de los margaritas y ve más necesario que nunca que el resto de la población tome conciencia de las aportaciones de los inmigrantes a la ciudad y a Estados Unidos.
En total, 350 personas desfilan por las calles de Filadelfia engalanadas como los soldados que combatieron hace más de 150 años en ambos bandos, el francés y el mexicano. Durante el itinerario, las "batallas de bandas" musicales terminan fundiendo a ambos ejércitos bajo el paraguas de la hermandad.

Mauro Romero, que viste de zuavo "francés", zapatea junto con su primo y el resto de su familia en su cuarto año de carnaval tras haber viajado desde Nueva York en busca del ajetreo.
Es la primera vez para Esteban Hernández, que viste de "zapador" y acude con su mujer y sus tres hijos.
"Es un orgullo de tradición", dice a Efe Hernández, que coge de la mano a su familia para emprender la danza a ritmo de trompeteo y percusión.

Durante el carnaval cada uno da todo lo que tiene dentro; no importan la coordinación en los bailes o la procedencia, tampoco si el migrante es documentado o indocumentado.
En Filadelfia viven aproximadamente 25.000 mexicanos, de los que 18.000 tienen vínculos con el estado de Puebla, según los datos del Consulado Mexicano en la ciudad, que reconoce que la cifra puede ser mucho mayor porque ésta solo atiende a los que están oficialmente registrados.

El recorrido por el callejero sirve, además, como prólogo destacado de la Semana Mexicana en Filadelfia, que festeja la esencia de la cultura del país latinoamericano con eventos musicales, cinematográficos y gastronómicos por toda la ciudad y con motivo del propio hito histórico.