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MIRADAS ANTROPOLÓGICAS

Apiaguaiki Tüpa y los bolivianos

Apiaguaiki Tüpa y los bolivianos
Para el investigador guaraní Elías Caurey “las acepciones Tumpa o Tüpa son legítimas, ya que es una cuestión lingüística porque la m reemplaza la ü nasal”. En el diccionario etnográfico de su autoría y de Elio Ortiz, Tüpa significa “ser espiritual y sagrado”. Según la historiadora Combes (2014), “los Tüpa chiriguanos son vistos como los herederos de los profetas y chamanes tupi-guaraníes de Paraguay y Brasil, que no está ligado solo a la resistencia contra la colonización, sino también a peregrinaciones religiosas en la búsqueda de la tierra sin mal”.

¿Quién fue Apiaguaiki Tüpa? Hay datos biográficos que señalan que era hijo de una madre abandonada y que trabajaba con ella en una hacienda en Cuevo, también mencionan que se salvó de la matanza de Murucuyati. Consecutivamente recibió formación religiosa de un viejo chamán de Isipotindi y también política con el mburuvicha (líder) Machirope y que finalmente los Ava de la cordillera chiriguana lo llevaron a Ivo profesando que era enviado de Dios por su origen misterioso.

En ese mismo sentido, en el sistema de parentesco chiriguano la filiación es patrilineal: si no hay padre conocido no se puede identificar al hijo, criado así fuera del parentesco y de la alianza se sugiere el origen divino. Por otra parte, siendo este joven de ningún y cualquier lugar, en completa libertad de circulación en territorio chiriguano, perpetúa la condición itinerante de los antiguos profetas. Apiaguaiki era guerrero y debido a su iniciación chamánica estaba familiarizado con lo sagrado y comunicación con los espíritus. Enseñaba individualmente y tenía acogida en la sociedad indígena, asimismo, conocía la lengua y religión de los blancos.

El jesuita Francisco Pifarré (1989), en base a testimonios orales, propuso que el nombre original de Apiaguaiki sería Chapiaguai (siempre joven) y que solo en el campo de batalla de Kuruyuki se lo llamó Hapiaoeki Tüpa, como un atributo a su calidad de castidad, lo cual connotaría su estatus divino. El historiador Thierry Saignes (2007) interpreta la acción del Tüpa según la gran tradición de los profetas.

Respecto a Kuruyuki, Pifarré señala: “En la República, los hacendados blancos invadían constantemente territorio chiriguano” y según testimonios de los franciscanos, las circunstancias de las sublevaciones de los indígenas se originaban como defensa de las tierras pues permanentemente se sucedían invasiones con abusos y respectivas masacres de los hacendados, lo cual el Estado boliviano consolidaba con los fortines militares.

Lo sucedido en Kuruyuki, el 28 de enero de 1892, hace referencia al genocidio de casi un millar de chiriguanos, entre hombres, mujeres y niños, durante el gobierno de Aniceto Arce. Dos meses después fue el doloroso epílogo con la cruel ejecución de Apiaguaiki Tüpa, cuya memoria en la actualidad es referencia histórica de lucha por el territorio.

El 28 de enero de 1992, cuando se cumplieron cien años de este vergonzoso episodio del estado republicano, en territorio guaraní se inició la recuperación de la memoria histórica, convirtiéndose en memoria viva y recuperando su visión como pueblo y nación guaraní.

La historiadora Combes dice: “Conmemorar esta batalla es afirmar la unión de toda una nación”.