Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 21:23

Pasó el tiempo de los caudillos

Pasó el tiempo de los caudillos
Ni el oficialismo ni la oposición tienen líderes capaces de aglutinar un frente; de ahí la pregunta: ¿dónde están? y si no los hay ¿por qué esta falta de líderes?

Quizás una respuesta posible sea que ya pasó el tiempo de los caudillos, como también de los partidos políticos, ajenos a gran parte de la población. Quizás hoy tenemos que cambiar nuestro pensamiento si no queremos morir por su estancamiento, como les pasa a las aguas que por ese motivo se corrompen y dejan olores pestilentes.

Así como se debe acabar la estructura piramidal de la sociedad, lo mismo que la estructura de la Iglesia católica –modelo poderosamente influyente de esta anticuada estructura– se deben acabar los monarcas, los jerarcas, los caudillos, los líderes, los jefes cargados de poder, y dar paso a estructuras más comunitarias, más de coparticipación mayoritaria, de diálogo, que construyan realmente unas estructuras democráticas, sin superiores ni inferiores. Con organizaciones civiles urbanas y rurales más horizontales se puede transformar nuestra historia.

Mi reflexión viene acompañada de alguien cuya memoria hemos distorsionado a través de los siglos: Jesús de Nazaret, a quien lo hemos alejado divinizándolo, subiéndolo a los cielos y metiéndolo en una estructura monárquica y vertical. Luego, sus representantes en la tierra, con todas sus categorías clericales, han desfigurado más su imagen. Jesús decía a los pobres que le escuchaban, que eran la mayoría: Ustedes son la sal de la tierra, pero si esta se vuelve insípida solo sirve para ser pisoteada.

Jesús nunca se hizo llamar Dios hijo, se hizo llamar Hijo de Hombre; luego los que quisieron ensalzar a ese sencillo palestino lo describieron haciendo milagros y haciéndolo superior a todos los fundadores de religiones. El no fundó una religión, ni una jerarquía; enseñó, como humilde maestro, un camino. Por él sabemos que Dios está presente en nosotros, y que no es el que nos vigila desde los cielos como juez, amo y señor, para premiarnos o castigarnos.

El mismo papa Francisco fracasará como líder de la Iglesia católica en su intención de renovarla y actualizarla, si no vuelven a renacer las comunidades de base –la mayoría abortadas– para que desde abajo cambien la estructura de la Iglesia.