DESDE AFUERA
Stephen Hawking nació en Huánuco
Pero no todos los colegios forman investigadores que pueden luego explicar el inicio de los agujeros negros y la naturaleza del tiempo. De hecho, no es ninguna casualidad ni principio genético lo que sostiene datos abrumadores como el hecho de que 73 de los últimos 80 galardonados con el Premio Nobel de Física, Química o Medicina hayan nacido en países desarrollados.
Es una verdad de Perogrullo: al margen del potencial de la persona, las condiciones económicas y sociales que enfrenta a temprana edad determinan sus oportunidades de desarrollo. Y lo que es cierto a nivel general para la población promedio es mucho más pronunciado para los que están en la parte alta de la distribución de talentos, los muy habilidosos, los superdotados y los genios.
Las estadísticas al respecto son sumamente interesantes. En Estados Unidos, los hijos de padres que pertenecen al 1 por ciento superior de la distribución de ingresos tienen 10 veces más probabilidades de convertirse en inventores y registrar patentes que los niños criados en hogares menos ricos que el promedio. Las distintas habilidades de niños de 8 años, entre quienes se hizo el estudio, explican poco de esta brecha: niños que destacan en matemática en tercero de primaria tienen mucha mayor probabilidad de ser inventores, pero solo si provienen de familias acomodadas. Por otro lado, es improbable que niños con facilidad para los números que provienen de familias más pobres registren patentes.
Dado que los talentos naturales están distribuidos de forma homogénea entre todos los grupos de personas –pobres y ricos, blancos, negros y mestizos–, el potencial humano desperdiciado es incalculable y es lo que hoy se conoce como el problema del “Einstein perdido”.
La solución a esto no es fácil ni inmediata, pero pasa en primer lugar por hacer un esfuerzo serio y sistemático para identificar temprano a los grandes talentos que aparecen en el territorio nacional. Hoy se hace un trabajo continuo para identificar y fortalecer a los niños que mejor patean una pelota. ¿No se puede hacer lo propio con los que demuestran otro tipo de habilidades? Los colegios de alto rendimiento (COAR) son un avance en esta dirección, pero varios de ellos tienen serias limitaciones de recursos y gestión.
Por supuesto, hay un argumento de equidad y derechos básicos involucrado en este asunto. Que un enorme talento se deje marchitar por falta de oportunidades es una tragedia personal. Pero también –y quizá sobre todo– es una tragedia social. ¿Dónde están nuestros Steve Jobs nacidos en Ayacucho? ¿Nuestros Albert Camus de Tarapoto? ¿Nuestros Elon Musk de Sechura? Desde un punto de vista estadístico, un niño o niña con las mismas habilidades que Steven Hawking pudo bien haber nacido en Huánuco en las últimas décadas, pero hoy carga sacos en el mercado mayorista Señor de Puelles, a pocas cuadras del río Huallaga.
Tomado de elcomercio.pe