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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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SERENDIPIA

Cuando el humo es lo más importante

Cuando el humo es lo más importante
Fumar en espacios cerrados de instituciones públicas y privadas está prohibido, pero no importa, igual se lo sigue haciendo. No hay sanciones, las tabacaleras siguen auspiciando eventos, productos y boliches.

No interesa culpabilizar a los gobiernos en sus diferentes niveles (nacional, departamental y municipal) ni en sus colores políticos por el incumplimiento de la norma. Para muchos de ellos no es un problema y menos una prioridad ni con la salud ni con el respeto de las normas establecidas.

Tampoco voy a referirme a la salud pública y a estadísticas como las de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que estiman la muerte de siete millones de personas al año, seis millones consumidores directos y el saldo no fumadores expuestos al humo.

Preocupa el comportamiento ciudadano de jóvenes, de adultos varones y de adultas mujeres, todos ellos incapaces de darse cuenta que en espacios cerrados, si existe al menos una persona que no fuma es una violación a su condición de salud y un abuso flagrante el ignorarlos y fumar por encima de ellos.

Hace algún tiempo, un grupo de artistas generó una movida pidiendo a sus seguidores que no fumaran en los boliches donde actúan. Esa iniciativa generó un proyecto de ley que amplía restricciones para fumadores en espacios públicos. Aún no tenemos la ley, pero sí un decreto que claramente prohíbe fumar en lugares públicos. A los propietarios de muchos lugares en los que incluso hay niños les importa muy poco violar la norma, con tal de vender.

La sociedad consumista, por más que sea como la nuestra con un tamaño de mercado risible, estimula el consumo del tabaco, pues es una industria poderosa que genera enormes beneficios. Si a ello se suma la condición adictiva de la nicotina, fumar entonces no es solo un hábito sino que transita en la drogadicción (tolerancia, dependencia, síndrome de abstinencia y compulsividad).

Dejar de fumar es un proceso, comienza por darse cuenta del daño que produce a uno mismo y a los demás; debe luego pasarse a la acción; en el medio habrá probablemente recaídas y a pesar de la ayuda que reciba el fumador, no hay duda de que es su decisión y cuántos más y mejores motivos tenga para dejar de fumar más fácilmente logrará su objetivo.