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  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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MIS CIRCUNSTANCIAS

Cuando dos buenos amigos se anticipan

Cuando dos buenos amigos se anticipan
No acabamos de asimilar el impacto por la partida de Alejandro Lavayén Osinaga, cuando nos toca de lleno otro mayúsculo, por el fallecimiento del inefable amigo Héctor Fernando Vásquez Daza, en menos de una semana.

A esta altura de la vida, no atribuyamos responsabilidad a Dios por accidentes o muertes de nadie, mucho menos catástrofes como en Tiquipaya. No creo que Él provoque o destine algo malo contra la humanidad, porque nos ama, somos a su imagen y semejanza, más bien nos dotó de libre albedrío. Lo máximo que imagino, fantasiosamente, es una burocracia celestial, manejando los hilos, pero incentivada por nuestras propias acciones, que muchos endilgan a designios de la providencia.

Repasando los años de proficua amistad con ambos personajes, agradezco por haberlos conocido, siempre solidarios, leales, eficientes y apasionados, en el día a día de sus vidas.

Compartiendo el dolor de sus queridas familias, no puedo silenciar mi complacencia cristiana, porque se hayan liberado de la enfermedad que los agobiaba, con su fe inquebrantable, su deseo de vivir y la atención médica prodigada.

El polifacético Héctor, cariñosamente llamado “Toby” por sus más cercanos, fue un carismático director técnico de clubes como Always Ready, Chaco, Petrolero, Oriente o la selección de Oruro, entre otros; nos cantó y deleitó en jornadas inolvidables de tertulia, donde era anfitrión por excelencia; fue asambleísta por Cochabamba. En todo lo que promovía se notaba su máximo compromiso y temperamento.

Similares atributos resalto de Alex, un gran colaborador en los Juegos Bolivarianos de 1993. Se lo recuerda como administrador solícito y eficiente del estadio Sudamericano “Félix Capriles” y su paso por las asociaciones de Fútbol y Pelota a Frontón.

Fueron de aquellos hombres de equipo, con personalidad proactiva, en los que se podía depositar la mayor confianza, para emprender cualquier tarea.

En este trance doloroso, solo queda pedir resignación, pero nunca el olvido, a las distinguidas esposas e hijos queridos; Irma y Martín Vásquez; Marianela, Lorena y Rodrigo Lavayén.

Amigos apreciados y respetados, dejaron su impronta en la vida y trascenderán en el recuerdo de quienes hemos disfrutado de su existencia. ¡Hasta pronto, Héctor y Alejandro!