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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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PUNTO BO

Generación X

Generación X
Los Millennials están de moda. Son la generación emergente por la cual analistas, marcas, políticos, empresas y cuanto movimiento relevante se decantan por tener su atención. Los adjetivos abundan para referirse a ellos, que son de tal o cual manera. Pero me detengo acá, porque no quiero hablar de ellos, sino de sus padres, de nosotros, de quienes estamos a cargo de su formación, crianza y educación. Somos los llamados Generación X, en esencia, los nacidos entre 1961 y 1981 y que ciertamente ya cruzamos el umbral de las cuatro décadas. A saber, en 1991, el escritor canadiense Douglas Coupland lanzó la novela que definió a esta generación con una sola letra: “Generación X” como la descripción de una permanente sensación de desencanto. Ya no hay veranos del 67, sino un Kurt Cobain suicida. Pero, ¿cómo fue para nosotros por acá?
Internet comenzó a comercializarse en Cochabamba desde 1996. Mirc, Messenger, Latinchat o ICQ eran las plataformas de moda cada vez que se ingresaba a internet. No a diario, sino cuando se podía visitar el cibercafé o el laboratorio de la universidad a la increíble velocidad de 256 Kbps. No olvides cuándo tuviste tu primer celular. Internet llegó tarde para nosotros porque en realidad, somos hijos de la TV. Del Chavo del 8, el Capitán Futuro, Rosa de Lejos y Los ricos también lloran. Con dos canales en un aparato sin control remoto, la llegada del cable fue cercana a la llegada del hombre a la Luna: cien canales para terminar viendo MTV. ¿En qué momento cambiamos un cumpleaños a las tres de la tarde con refresco de sobre, unos alfajores y una piñata llena de bazookas por una fastuosa celebración con invitaciones temáticas con presupuestos cercanos a los cinco ceros? Por favor Generación X, no te olvides de dónde vienes y deja de tener miedo, de ver peligro en una simple visita al parque: que bloqueador solar, crema hipoalergénica, barritas libres de gluten con leche deslactosada, mochilas ergonómicas y muy lejos del pasto por las posibles alergias a hormigas, tierra, polvo, pelo de animales, abejas y otros 99 cosas. Recuerden cómo fue nuestra infancia, cuando íbamos de visita una tarde a la casa de los primos y terminábamos detrás de un ViewMaster, un Atari, un Autódromo o unas canicas. Los viejos estaban lejos, hablando de política, de la UDP, de cómo le haremos para el siguiente mes. Eran tiempos difíciles pero vaya que fuimos felices. Con los pantalones rotos y anhelando esa bici Caloi en Navidad. Ahora, piensen en sus hijos y denles la posibilidad de vivir el mundo digital que tenemos hoy pero a través de su experiencia, no vienen con el chip incorporado, sino con la necesidad de una fuerte guía en un entorno hiperconectado. En palabras del Dalai Lama: A la persona que amas, dale alas para volar, raíces para volver y motivos para quedarse.