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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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EL PUEBLO EN EXTINCIÓN BUSCA SOBREVIVIR

Al menos cinco afecciones atacan al pueblo yuqui

Tuberculosis, neumonía, anemia, diarreas y conjuntivitis son las más comunes en esta zona tropical.
Al menos cinco afecciones atacan al pueblo yuqui



El hijo de 19 años de Pedro Isategua (43) está internado con neumonía en el hospital de Ivirgarzama, en el Trópico de Cochabamba. Hace un año murió su padre y no sabe de qué. La mamá de Lorena Conatiri (28) también murió, hace dos años, con tuberculosis.

Ambas familias registraron, además, la muerte de niños pequeños por diferentes enfermedades.

La tuberculosis, neumonía, anemia, diarreas y conjuntivitis son afecciones comunes, al igual que las muertes, en las familias yuquis. Este pueblo indígena está en riesgo de extinción y busca sobrevivir.

Llegar por tierra hasta el pueblo implica un viaje de 230 kilómetros desde la ciudad hasta el Trópico de Cochabamba. Desde Chimoré son 40 kilómetros por un camino que, en al menos la mitad de su recorrido, es intransitable. No circula cualquier vehículo y el que logra ingresar en esta época avanza resbalando en el lodo, por las crecidas de los ríos.

El estado de esta vía es uno de los obstáculos para que se dé atención oportuna en casos de emergencia por temas de salud.

El asambleísta indígena Abel Iaira informó que, en las tres comunidades del pueblo Yuqui (Bia Recuaté, Páchino y Biariyoa), hay 380 habitantes. Teme que la población continúe disminuyendo, ya que está en riesgo de extinción. Aunque, los dirigentes y los médicos de la zona resaltaron que en 2017 nadie perdió la vida.

La posta de salud, que está en Bia Recuaté, cuenta con dos médicos y una enfermera. Hay medicamentos financiados con recursos del mismo pueblo. Iaira reconoce que un problema es que los enfermos abandonan sus tratamientos.

La afección más reciente fue la conjuntivitis. El médico Wilber Vásquez dijo que atendió una veintena de casos en unas seis semanas.

Isategua dijo que en las noches tienen fiebre y lo que más les afecta, ahora, es la conjuntivitis.

“Vemos azul nomas, porque estamos mal de los ojos”.

Participó hace unos días de una reunión con autoridades departamentales para, junto a dirigentes y la comunidad, hacer conocer sus necesidades.

Entre sus pedidos está una mejor atención, “sin discriminación”, en los hospitales del Trópico y la ciudad de Cochabamba.

Uno de sus cinco hijos todavía está internado en el hospital de Ivirgarzama, con neumonía.

“De aquí (Bia Recuaté), le hemos llevado a Ivirgarzama y de ahí a Cochabamba, hace dos semanas. Estaba botando sangre. Ha estado en terapia, casi lo pierdo. Todavía está débil. Está internado en Ivirgarzama porque el auto no le puede traer hasta aquí”.

Manifestó que no es la única enfermedad que sufren en la comunidad. También padecen diarreas y anemia. “Vamos al río, al curichi, de ahí tomamos agua y nos enfermamos”.

Una de las enfermedades más preocupantes es la tuberculosis.

El médico Vásquez informó que en la actualidad se tratan cuatro casos y aseguró que otros cuatro ya fueron superados.

Los pacientes tienen entre 15 y 35 años.

La madre de Conatiri murió en 2016, a los 43 años, con tuberculosis. Estos casos se registran en todas las familias yuquis.

El asambleísta Iaira reconoció que hay enfermos que “preocupan” porque no tienen voluntad para curarse, no toman sus medicamentos y desconocen que pueden contagiar a otras personas.

“El medicamento no lo entienden bien. Lo toman y, cuando se sienten mejor, lo dejan”.

Pidió al personal de salud un poco más de interés “para entender la vida” de los indígenas yuquis.

“Vienen médicos muy jóvenes, que se enojan muy rápido”.

Apuntes.

Alcoholismo

El consumo de alcohol es otro de los problemas latentes entre los yuquis, Las autoridades dicen que la gente “copia” lo que ve fuera del pueblo.

Ausencia en el pueblo

Un grupo de indígenas yuquis suele salir del pueblo, incluso hasta la ciudad de Cochabamba, para pedir ayuda. Entre diciembre y enero dejaron su pueblo en busca de juguetes y otros regalos, por Navidad.

Sin embargo, esta situación fue cuestionada por otros indígenas del mismo pueblo, en días pasados.

Pidieron presencia del Estado en sus comunidades y expresaron que están en contra de que “pidan limosna”.

Cazadores

La práctica de la caza todavía se mantiene en el pueblo. Feliciano Iaira es una de las personas que no suelta su escopeta y sigue una rutina de caza, de jochi y tatú entre otros animales del monte, para consumir o vender el producto y comprar más cartuchos cada semana, “cada uno a 18 bolivianos”.

Huérfanos viven en la escuela y reciben apoyo

En Bia Recuaté, comunidad yuqui, hay alrededor de 12 niños y adolescentes huérfanos que viven en la escuela y reciben apoyo de las autoridades indígenas y una profesional pedagoga.

La orfandad está relacionada también a la muerte de los padres por algunas enfermedades.

Durante la visita realizada en días pasados, a la comunidad, estos niños estaban ausentes debido a las vacaciones. Salieron del lugar desde Navidad.

El asambleísta indígena yuqui, Abel Iaira, informó que se trata de unos 12 niños y adolescentes, de entre 6 y 13 años.

Manifestó que ellos “viven en la escuela” y que tienen otros familiares con quienes también pasan algunos días.

Para que no estén abandonados, reciben el apoyo de una pedagoga del municipio de Chimoré, quien fue contratada por el mismo pueblo indígena.

“Ella nos está ayudando con el tema de las tareas, todo eso con los niños”.

Los pequeños que pierden a sus padres suelen tener cercanía con tíos o hermanos mayores. Es el caso de Lorena Conatiri, quien en la actualidad tiene cuatro hijos y, además, junto a su esposo, está a cargo de sus cuatro hermanos, entre adolescentes y niños.

LAS MUERTES La madre de esta indígena murió hace un par de años. Tenía tuberculosis.

“Mi mamá ha fallecido y me ha dejado con cuatro niños, mis hermanos de 10, 8, 7 y 3 años de edad. En total estamos criando a ocho wawas. A veces, piensan que los ocho son mis hijos y me critican, pero no les hago caso”.

Las mujeres yuquis tienen entre 4 y 6 hijos, según Iaira. Suelen ser madres muy jóvenes. El caso más reciente es el de una madre de 17 años, según los registros de la posta de salud.

El médico Wilber Vásquez informó que ya inició un programa de planificación familiar.

Las muertes de niños y adultos son comunes.

Conatiri perdió, hace seis años, a su bebé de meses. “No respiraba bien, no pudieron salvarlo”.

La dificultad del acceso vial al pueblo puso en riesgo, hace un mes y medio, el nacimiento de su cuarto hijo. Ella se sintió mal en la mañana y tuvo que pagar 80 bolivianos para salir de Bia Recuaté, en bote, hasta Puerto Chimoré, donde “si hay suerte aparece un auto turnero”. Apareció luego de horas y llegó a Ivirgarzama a las tres de la tarde. El caso era delicado y la trasladaron al maternológico Germán Urquidi en Cochabamba. Llegó a las 11 de la noche y el bebé nació, prematuro, un par de horas después.

Hace 10 años, el indígena Isategua perdió a su hijo de un año.

“Tenía neumonía, estaba vomitando. Fuimos a San Marcos y no había auto. No lo pudimos recuperar”.

El asambleísta Iaira acotó que hay muertes de las que no se conocieron los detalles luego de que las personas fueron atendidas en los hospitales.

“No hay un registro que diga de qué se ha muerto. Hay casos en los que nunca hemos sabido de qué ha muerto a los pocos días de que alguien tenía alguna dolencia”.

Eso ocurrió con el padre de Isategua hace un año.

“La verdad, no sé qué pasó. Los médicos no nos dijeron. Al médico de la ciudad no se le puede preguntar, aquí en el pueblo todavía sí. En la ciudad nos discriminan y los de seguridad nos hacen salir del hospital”.

12

Niños y adolescentes

Hay alrededor de 12 niños y adolescentes, de entre 6 y 13 años, que ya no tienen papá ni mamá.

Ellos suelen pasar tiempo con otros familiares, como sus tíos y hermanos mayores.

Sin embargo, la escuela se convirtió en su hogar.

Los hijos

Las familias del pueblo indígena Yuqui suelen tener, en promedio, entre 4 y 6 hijos.

Las mujeres son jóvenes cuando conciben su primer hijo.

Los “aba” o foráneos son más aceptados que antes

Los “aba”, como los yuquis denominan a las personas foráneas, son aceptados con más facilidad que antes en el pueblo.

Los matrimonios entre yuquis y personas de otros lugares son más comunes en la actualidad, según Lorena Conatiri.

Antes, las parejas que eran de otros lugares debían ser aprobadas por la comunidad. Ahora, ya no ocurre aquello.

Conatiri se casó, hace nueve años, con “un colla”, a quien conoció cuando estudiaba en Ivirgarzama. Fue una boda comunitaria, en Lauca Ñ, en Shinahota.

“Fue una boda bonita. Hemos bailado un poquito y luego todos nos fuimos”.

Antes, los yuquis se casaban “en la hamaca”. Cuando un hombre se enamoraba, hablaba con los padres de la mujer y debía demostrar que estaba preparado siendo un buen pescador y puntero (cazador). La mujer tenía que demostrar que sabía hacer pita (tejer).

Cuando ambos demostraban que estaban listos se reunía a la comunidad e invitaban a la pareja a sentarse en una hamaca y, así, ya estaban casados.

Pedro Isategua explicó que todavía se practican rituales propios para los matrimonios en la comunidad, que no responden a ninguna religión. “Tenemos nuestro propio baile”.